El resentimiento, peligroso enemigo de la vida familiar

Uno de los elementos esenciales para generar una sana convivencia al interior de la relación conyugal, es el perdón. De la mano con este ingrediente: el amor, la comprensión y la tolerancia.

La ira es una emoción. No es mala en sí misma en la medida en que aprendemos a gestionarla. Es decir, controlarla, someterla a Dios y no permitir que gobierne nuestro ser.

Uno de los peores enemigos de la relación familiar es el resentimiento que alimentamos en el corazón y que toma fuerza con el paso del tiempo. Nos roba la paz interior y el amor por la vida.  Es persistente. Destruye progresivamente a quien lo anida en su corazón y, de paso, mina las relaciones con el cónyuge, con los hijos y las personas con las que se interactúa. Seguir leyendo «El resentimiento, peligroso enemigo de la vida familiar»

¿Irá usted al infierno?

Quien más énfasis hizo en el infierno, fue el Señor Jesús. Le animamos a considerar qué es lo que dicen al respecto las Escrituras para que podamos llegar a una conclusión real.

Quien hizo énfasis en el infierno, fue el Señor Jesús. Le animamos a considerar qué es lo que dicen al respecto las Escrituras para que podamos llegar a una conclusión real.

En todo el mundo hay por lo menos diez lugares a los que se les considera la puerta al infierno. Se encuentran en espacios diferentes y despiertan admiración y temor al mismo tiempo.

El primero de ellos es el Pozo de Darvaza, en Turkmenistán. Se encuentra en el desierto de Karakum. Arde todo el tiempo, desde hace más de 40 años, a unas temperaturas que derriten cualquier metal en cuestión de segundos. Se adentra en la tierra y es un pozo de gas abandonado.

En el área conocida como Plutonium, en el Templo de Apolo, ubicado en Turquía, se encuentra una antigua grieta que la tradición consideraba la entrada al infierno.

LUGAR DE DESCANSO PARA LOS ESPÍRITUS

En la orilla norte del río Yangze, en China, a Fengdu se le conoce por ser un lugar de descanso para los espíritus de los difuntos. Llama la atención un complejo de más de 70 templos con representaciones fantasmales y demoníacas.

Cuando los españoles llegaron al territorio que hoy se conoce como Nicaragua, en el siglo XVI, creyeron que el volcán Masaya era la boca del infierno porque los indígenas consultaban a una bruja dentro, y la asociaron con el diablo.

El centro del Foro Romano, en Italia, está repleto de leyendas. La más conocida es la difundida por Tito Livio y Varrón acerca del momento en el que la tierra se abrió en el centro del Foro, formando un enorme abismo que nada ni nadie podía cubrir. Un joven se lanzó por el bien de Roma y sólo así el espacio se cerró.

LA CUEVA DEL INFIERNO

En Irlanda hay una cueva a la que se conoce como el Purgatorio de san Patricio. La leyenda dice que el místico detuvo los horrores del infierno y que, en visiones, veía con horror de qué se trataba. El lugar fue clausurado en 1632. En Compañía, lugar pintoresco de Italia, se encuentra el lago del Averno.

Al volcán Hekla, en Islandia, se le conoce como la puerta al infierno, desde el siglo XII; mientras que a Osore, en el Japón, se le conoce como el monte del Miedo, de acuerdo con la mitología de ese país. Se le considera como un portal al infierno, con un río que las almas de los muertos necesitaban cruzar para entrar en la otra vida.

Por último del Castillo de Houska, en la república Checa, se dice que alojaba una grieta que parecía no tener fin, y en donde se reportaban extrañas apariciones. Comenzaron a llamarlo agujero del infierno. En el siglo XIII la grieta fue cubierta con planchas de piedra. Encima edificaron una capilla.

¿EXISTE EL INFIERNO?

¿Qué es el infierno? ¿Realmente existe? ¿Quiénes irán allá? De acuerdo con la perspectiva que usted tenga de orden filosófico, religioso o académico, SE determina cómo imagina o concibe ese lugar que, es mencionado en la mayoría de las culturas de toda la humanidad, a lo largo de la historia, así como en la Biblia.

Hay quienes consideran que el infierno no existe, otros lo miran como un estado del alma y hay quienes señalan, sencillamente, que es producto de la mitología.

El teólogo norteamericano, James David Greear, anota lo siguiente:

«La doctrina del infierno ha caído en desgracia entre muchos. Pero está ahí por una razón. Dios nos habla acerca del infierno para demostrarnos la magnitud de su santidad. El infierno es lo que es porque la santidad de Dios es lo que es. El infierno no es ni un solo grado más caliente de lo que nuestros pecados demandan que sea. El infierno debe dejarnos boquiabiertos ante la rectitud y justa santidad de Dios. Debe hacernos temblar ante Su grandeza y majestad.»

Ahora, para quienes no creen en la vida eterna, el infierno es todo aquello que vivimos cotidianamente, cuando enfrentamos dificultades, una enfermedad o, sencillamente, situaciones de desespero que no podemos controlar.

JESÚS FUE QUIEN MÁS DESCRIBIÓ EL INFIERNO

Quien más énfasis hizo en el infierno, fue el Señor Jesús. Le animamos a considerar qué es lo que dicen al respecto las Escrituras para que podamos llegar a una conclusión real.

  • La parábola del rico y Lázaro habla sobre las características de ese lugar (Lucas 16:19-31)
  • El infierno no tiene puerta de salida (Lucas 16: 26)
  • Quien no atiende el mensaje de salvación, terminará en el infierno (Juan 5:24; Cf. Lucas 11: 28)
  • El texto de Mateo 10:28; 16:26 pone en evidencia que el alma es inmortal.
  • El Señor Jesús dejó claro que Dios el Padre tiene poder de enviar al pecador al infierno (Mateo 10:28; véase 16:26)
  • En Mateo 5:22 leemos que, en efecto, en el infierno hay fuego eterno.
  • Quien persiste en una vida pecaminosa se hace merecedor del infierno (Mateo 5:29-30)
  • Acogernos a la gracia de Dios y crecer en Él cada día, nos libra de pasar la eternidad en el infierno (Romanos 9:24; Gálatas 1:15; Efesios 4:1,4; y 2 Tesalonicenses 2:13-14)
  • En el infierno, el fuego no se apaga jamás (Marcos 9:43)

Cerramos este punto citando al autor y teólogo, Donald Arthur Carson, quien advierte:

«Si yo acepto que el infierno es real, eterno y más aterrador que cualquier otra cosa, sería una falta de bondad y amor de mi parte no advertirte, exactamente como habría sido una falta de bondad y amor de parte de Jesús no haber advertido a la gente de su época.»

¿QUIÉNES IRÁN AL INFIERNO?

Hay dos realidades: la primera, la gracia de Dios. Es por gracia, algo que no merecemos y que refleja el amor y la misericordia del Padre, que somos salvos. Jesús pagó en la cruz por nuestra maldad. En el Calvario, nos hizo libres. Sin embargo, debemos apropiarnos de esa gracia inmerecida. Quienes no lo hacen y persisten en la pecaminosidad, irán a la condenación.

En el Evangelio leemos:

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.»(Juan 3: 16- 18 | NBLA)

Nadie puede argumentar que jamás escuchó de Dios y del mensaje de Salvación. Decirlo, además de necedad, podría en evidencia que se rechazó la gracia para permanecer en pecado. Y las consecuencias no se dejan esperar:

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.»(Juan 3: 16- 18 | NBLA)

Michael Horton, profesor de Teología Sistemática en el Seminario Westminster California, escribe lo siguiente:

“Puesto que Dios no se deleita en la muerte de los impíos, tampoco nosotros podemos. El infierno es tanto la reivindicación de la justicia de Dios como el requisito previo para la restauración de su creación. Pero también es una tragedia que grabará para siempre el horror de la rebelión humana. Dios justifica a los impíos: esta es la sorprendente afirmación contra-intuitiva que distingue al cristianismo de cualquier otra religión. Pero la buena noticia que resuena de las páginas de las Escrituras es que Dios justifica a los impíos que depositan su confianza en Cristo y encuentran a Dios como un amigo reconciliado ahora y para siempre.”

En otras palabras, acogernos a la gracia de Dios nos libra de ir al infierno por la eternidad.

JESUCRISTO PAGÓ LA DEUDA  

El teólogo y escritor, Timothy Keller, citaba con preocupación que, en el 2003, un grupo de investigación descubrió que el 64% de los estadounidenses esperan ir al cielo cuando mueran, pero menos del 1% piensa que podrían ir al infierno.

No solo hay muchas personas hoy en día que no creen en la enseñanza de la Biblia sobre el castigo eterno. Incluso aquellos que sí creen en él lo encuentran un concepto irreal y remoto. Sin embargo, es una parte muy importante de la fe cristiana por varias razones.

La realidad de la eternidad con Cristo o la perdición eterna, es algo que debemos enfrentar en algún momento y a lo que se refirió el Señor Jesús:

“Entonces dirá también a los de Su izquierda: “Apártense de Mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 43 fui extranjero, y no me recibieron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron”. Entonces ellos también responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. Él entonces les responderá: “En verdad les digo que en cuanto ustedes no lo hicieron a uno de los más pequeños de estos, tampoco a Mí lo hicieron”.  Estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna».” (Mateo 25: 40-46 | NBLA)

No basta con llamarse cristiano, es necesario vivir la fe. Y el primer paso, es apropiarnos de la gracia de Dios. Arrepentirnos de nuestros pecados y reconocer que, recibimos perdón y vida eterna, no por merecimientos propios ni por nuestras buenas obras, sino por la obra redentora del Señor Jesús en la cruz.

Timothy Keller señala que no debemos desestimar la realidad del infierno:

«La imagen del gehenna y los gusanos significa descomposición. Una vez que un cuerpo está muerto, pierde su belleza, su fuerza, y su coherencia. Comienza a romperse en sus partes constituyentes, apestar, y desintegrarse. Entonces, ¿qué es un alma humana “destrozada”? No deja de existir, sino que se vuelve completamente incapaz de todas las cosas para las que un alma humana es: razonar, sentir, elegir, y dar o recibir amor o alegría. ¿Por qué? Porque el alma humana fue construida para adorar y disfrutar al verdadero Dios, y toda la vida verdaderamente humana fluye de eso. Queremos alejarnos de Dios, pero, como hemos visto, esto es lo más destructivo para nosotros. Destruye tu capacidad de elegir, amar, y disfrutar. El pecado también te produce ceguera: cuanto más rechazas la verdad acerca de Dios, más incapaz eres de percibir cualquier verdad sobre ti o sobre el mundo.»

Satanás le ha venido al mundo la idea de que el infierno no existe o que es una metáfora. Sin embargo, la Biblia nos enseña que es real y, a menos que nos arrepintamos de los pecados y nos apropiemos de la gracia de Dios, iremos allá.

¿CÓMO ESCAPAR DEL INFIERNO?

¿Qué es el infierno, entonces? Es Dios entregándonos activamente a lo que hemos elegido libremente: seguir nuestro propio camino, ser nuestro propio “amo de nuestro destino, el capitán de nuestra alma”, para alejarnos de Él y su control. Es Dios desterrándonos a regiones a las que hemos tratado desesperadamente de llegar todas nuestras vidas.

El escritor y teólogo canadiense, James Innell Packer, escribió:

“Las Escrituras ven el infierno como elegido por las personas… aparece como el gesto de Dios de respeto por la elección humana. Todos reciben lo que realmente eligieron, ya sea estar con Dios para siempre, adorándolo, o sin Dios para siempre, adorándose a sí mismos” (Citado en Teología Concisa para todos)

Quizá se pregunte: ¿Es posible escapar del infierno? Por supuesto que sí. ¿De qué manera? Insistimos, apropiándonos de la gracia perdonadora de Dios.

El teólogo contemporáneo, Miguel Núñez, hace una valiosa aportación cuando escribe:

“… la gracia y la misericordia de Dios obraron desde la eternidad pasada para que personas condenadas por su pecado, pudieran recibir salvación por medio de Aquél que –no conociendo pecado–, fue hecho pecado por nosotros para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. Una vez que el pecador redimido entienda que él ha sido trasladado de las tinieblas a Su luz admirable por pura gracia, no podrá hacer otra cosa que asombrarse de que tal misericordia sea inherente al carácter justo del Dios creador.”

Jesucristo pagó en la cruz por todos los pecados que nos condenaban por la eternidad. Su sangre vertida en la cruz nos limpió de toda maldad. No importa hasta qué nivel haya nuestro grado de pecaminosidad. Jesús nos redimió y nos hizo santos y justos delante del Padre. Nadie más podría haberlo hecho.

La decisión está en sus manos. Dios no obliga a nadie. Cada quien determina dónde quiere pasar la eternidad: con Dios o en el infierno.

Hoy es el día para tomar la decisión más importante de toda su existencia: ábrale las puertas de su corazón a Jesús. Él le ofrece una nueva oportunidad y la eternidad a Su lado. 

©Fernando Alexis Jiménez

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Necesidades básicas de los cónyuges

Es hora de mantenernos alerta frente a la tentación del adulterio que destruye familias.

Algo que debemos considerar y que resulta preocupante, es que hoy día muchos cristianos están cayendo en el adulterio. Las principales batallas contra los principios y valores se libran en la mente. Esas batallas por momentos pueden tornarse constantes.


Cuando nos unimos en matrimonio, el paso que damos no tiene un carácter transitorio. Como lo leemos en las Escrituras, es para siempre. Renunciar ante el primer tropiezo, no honra ni glorifica a Dios. Por el contrario, afrenta al Padre celestial. Él fue quien creó esa sagrada institución. Seguir leyendo «Necesidades básicas de los cónyuges»

¿Por qué fracasa nuestro propósito de cambio?

Jesús murió en la cruz para traernos libertad del pecado y sus consecuencias. No es el fruto de nuestro esfuerzo o méritos cosechados a lo largo de los años. Es la mera gracia del Padre.

Jesús murió en la cruz para traernos libertad del pecado y sus consecuencias. No es el fruto de nuestro esfuerzo o méritos cosechados a lo largo de los años. Es la mera gracia del Padre.

El hombre que tenía enfrente lucía derrotado. Llevaba años luchando con el hábito de las drogas. Era adicto desde la adolescencia.

Jamás podré vencer este vicio. Lo he intentado todo. Siempre fracaso–, se lamentó.

Le expliqué que, en sus fuerzas, jamás podría experimentar el cambio. “Solamente con ayuda de Jesucristo, quien nos fortalece”, le dije.

No es el único caso. En nuestra sociedad sinnúmero de personas enfrentan ataduras a la pornografía, el alcohol, el tabaco, le adulterio, las perversiones y el juego, entre otros, porque el listado puede ser muy prolongado.

El autor cristiano, Joel Beeke, opina:

“El hombre natural puede querer estar libre de algún pecado y las consecuencias del pecado; puede incluso, hacer algún esfuerzo en esa dirección. Pero es demasiado esclavo de ella. No está simplemente perdido o muriendo, está perdido y está muerto en delitos y pecados (Efesios 2: 1)” (Artículo “La depravación humana”. Revista Portavoz de la Gracia. Número 32, 2020)

El pecado es como una cadena gigantesca que impide avanzar en nuestro propósito de cambio..

¿POR QUÉ FRACASAMOS?

En tanto dependamos de nuestras fuerzas y nos afinquemos en la autosuficiencia, el fracaso es inevitable.

Sin Dios morando en nuestro corazón, estamos sujetos a la carne y sus deseos y tal sujeción desata consecuencias, como leemos en la Palabra:

«Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.» (Romanos 8:7, 8 | RV 60)

La mundanalidad de la que estamos rodeados nos separa de Dios y, de paso, levanta una enorme barrera que impide recibir las bendiciones.

Pese a la concatenación de derrotas en el propósito de transformación, seguimos sujetos a lo mismo. El pecado es el que domina y, de su mano, la derrota.

Permítame traer de nuevo a colación al autor norteamericano, Joel Beeke:

“El pecado es injusticia y toda injusticia va en contravía de Dios. En esencia, el pecado es todo lo que está en oposición a Dios. El pecado representa un desafío contra Él. Trasgrede su carácter, su ley y su pacto. Se opone como dijo Martín Lutero, a dejar que “Dios sea Dios”. El pecado apunta a destronar a Dios. Se esfuerza por colocar a alguien o algo más en su lugar”. (Artículo “La depravación humana”. Revista Portavoz de la Gracia. Número 32, 2020)

Por naturaleza el género humano trasgrede las pautas trazadas por Dios. Rechaza el camino correcto. Esa por supuesto, es una manifestación de abierta rebeldía al Creador.


¿Cómo puede alguien en esta condición superar las ataduras que lo mantienen bajo un estado de estancamiento? Humanamente es imposible.


UNA MARCADA INCLINACIÓN AL PECADO

Toda persona tiene una marcada inclinación al pecado, que le acompaña a todas partes como una sombra gigantesca.

Cuando vamos a las Escrituras, leemos:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53: 6 | RV 60)

Ahora, esa forma de proceder nos conduce inevitablemente a la muerte espiritual:

“… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…” (Romanos 3: 23 | RV 60)

Observe que el apóstol Pablo en la revisión Reina Valera especifica que esta triste condición afecta a todo el género humano.

¿Está usted dentro de esa categoría? Probablemente sí. Y esa pecaminosidad le impide vencer los malos hábitos que llevan a la destrucción física y espiritual.

El Señor Jesucristo abordó el tema de la contaminación que embarga al pecador:

“¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.” (Mateo 15: 17- 20 | RV 60)

¿Cómo puede alguien en esta condición superar las ataduras que lo mantienen bajo un estado de estancamiento? Humanamente es imposible.

El asunto es que somos herederos de una naturaleza corrupta (Cf. Salmo 51: 5)

El profeta Isaías lo describió en los siguientes términos:

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.” (Isaías 64: 6 | V 60)

En esa dirección los esfuerzos de cambio por parte de las personas concluyen en un caos y derrota absolutos. Es inevitable.

¿CÓMO NOS AFECTA EL PECADO?

Podemos vencer cualquier atadura con ayuda de Dios
Podemos vencer cualquier atadura con ayuda de Dios   

La pecaminosidad mantiene vivas las ataduras a los vicios. Nuestros esfuerzos por liberarnos resultan insuficientes.

No en vano el profeta Jeremías escribió:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17: 9 | RV 60)

El pecado nos afecta en varios ámbitos:

  • Conciencia
  • Emociones
  • Intelecto
  • Voluntad
  • Disposición de relacionarnos con Dios

¿Qué hace satanás? Toma ventaja. Se aprovecha de las debilidades.

El apóstol Pablo lo describe así:

“¿No sabéis que, si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6: 16 | RV 60)

A menos que volvamos la mirada a Dios y dependamos de Él, quien nos fortalece y anima, estamos siempre bajo el yugo de la esclavitud.


El pecado es injusticia y toda injusticia va en contravía de Dios. En esencia, el pecado es todo lo que está en oposición a Dios. El pecado representa un desafío contra Él. Trasgrede su carácter, su ley y su pacto: Joel Beeke


CAMINO A LA LIBERTAD

Jesús murió en la cruz para traernos libertad del pecado y sus consecuencias. No es el fruto de nuestro esfuerzo o méritos cosechados a lo largo de los años. Es la mera gracia del Padre. El amado Maestro dijo:

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8: 31, 32 | RV 60)

El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:

“Pero gracias a Dios, que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” (Romanos 6: 17, 18 | RV 60)

¿Merecíamos el perdón y la fortaleza que se derivan de la obra redentora de Jesucristo? En absoluto. Es solamente por Su infinita gracia y amor. No podemos explicarlo de otra manera cuando leemos al apóstol Pablo:

“… siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” (Romanos 3: 24- 26 | RV 60)

Entender esta verdad eterna nos permite vencer las adicciones, cualquiera que sea.

No es en nuestras fuerzas ni por los méritos que nos asistan. Es por la gracia de Dios. Esa gracia se hizo manifiesta en la obra de Jesús en la cruz. Hoy es el día para decidirnos por la victoria que proviene de Él.

A propósito, ¿ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Ábrale las puertas de su corazón. Comience una nueva vida personal, espiritual y familiar. 

© Fernando Alexis Jiménez

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Levántese y reemprenda el camino por la Gracia de Dios

Cuando conocemos y nos apropiamos de la Gracia de Dios, no nos quedamos derribados en el suelo. Reconocemos nuestros pecados y, prendidos de la mano de Jesucristo, reemprendemos el camino.

Cuando conocemos y nos apropiamos de la Gracia de Dios, no nos quedamos derribados en el suelo. Reconocemos nuestros pecados y, prendidos de la mano de Jesucristo, reemprendemos el camino.

Si algo marcaba la diferencia en la vida de Harold, era que sabía sinnúmero de versos de la Biblia. Los recitaba con fluidez, sin equívocos. Despertaba la admiración de sus compañeros del centro de rehabilitación en el que surtía un proceso para abandonar el consumo de marihuana y cocaína. Seguir leyendo «Levántese y reemprenda el camino por la Gracia de Dios»

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7 consejos ineludibles para los pastores de las iglesias

Infinidad de personas que, al amparo del Evangelio, están construyendo hoy día torres de Babel para hacerse a un nombre. Pareciera que les importa más el reconocimiento que la salvación de las almas, la esencia misma de su llamamiento.

Es esencial que nos evaluemos de manera permanente, con lupa y tras reconocer equívocos en el ejercicio ministerial, disponernos a corregirlos con ayuda de Dios.

Entrado en años y con una basta experiencia que solo produce la sumatoria de experiencias, el apóstol Pedro escribió a quienes pastoreaban en el primer siglo:

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Gozosos al recibir salvación por Gracia

El gozo hace el evangelio atractivo. Si usted pone una cara amargada todo el tiempo y tiene una disposición negativa, alejará a las personas de la iglesia. Hará que el evangelio se vea como algo que las personas no quieran.

El gozo hace el evangelio atractivo. Si usted pone una cara amargada todo el tiempo y tiene una disposición negativa, alejará a las personas de la iglesia. Hará que el evangelio se vea como algo que las personas no quieran.


Irónicamente quienes profesamos ser discípulos de Jesús, a veces nos convertimos en los peores promotores de sus enseñanzas. No expresamos el gozo de ser salvos, la Gracia del perdón de nuestros pecados por su obra en la cruz, y las nuevas oportunidades que nos ofrece cada día. Seguir leyendo «Gozosos al recibir salvación por Gracia»

La gracia y la vida plena del creyente


Partamos de una premisa: la religiosidad mata la gracia. ¿Por qué motivo? Porque la religiosidad tiene una apariencia externa de piedad, aun cuando el mundo interior no haya sido transformado.  

Aun cuando viene tomando una fuerza inusitada en el mundo hoy, el tema de la gracia de Dios no es nuevo. Podemos asegurar que es un aspecto milenario y está contenido en las Escrituras. Por todas partes hallamos registros, lo cual resulta sorprendente cuando comenzamos a estudiar el asunto con lupa. Igual, durante el ministerio terrenal del Señor Jesucristo. Seguir leyendo «La gracia y la vida plena del creyente»

Un cristianismo sin la cruz, pierde su esencia

La cruz es un símbolo de victoria para los cristianos. No podemos avergonzarnos de ella. En el madero, nuestro amado Dios y Salvador trajo perdón a nuestros pecados, nos libró de la idea del padre, nos ofrece una nueva oportunidad y nos asegura la vida eterna junto a Él. Estudio Bíblico.

A menos que Cristo hubiese muerte en la cruz por nuestros pecados, estábamos irremisiblemente condenados por la eternidad. Puede que usted considere que es una buena persona y que no procura el mal de nadie, pero, aunque se niegue a aceptarlo, es pecador. Y todo pecador se hace merecedor del infierno.


En medio de las discusiones y diferencias que surgen al interior de muchas denominaciones, está su apreciación alrededor de la cruz. “Es un símbolo de maldición”, dijo alguien, visiblemente escandalizado. Otro replicó: “No veo razón. Fue allí donde Cristo nos libertó del pecado”. Seguir leyendo «Un cristianismo sin la cruz, pierde su esencia»

Una aproximación bíblica a la Teología Reformada


Pocas veces como en el día de hoy, desde el Blog Cristianos Reformados, nos atrevemos a recomendar un Curso. Es el de R.C. Sproul, sobre la Teología Reformada. Es esencial para todo creyente que desee tener una comprensión sobre la Doctrina de Dios.

Hay dos elementos que se conjugan en este Editorial alrededor de la Teología Reformada. El primero y sin duda, el más importante, es el autor: R.C. Sproul , (13 de febrero de 1939, en Pittsburgh – 14 de diciembre de 2017, Pensilvania), y en segundo lugar, su libro alrededor de qué es la teología reformada. Seguir leyendo «Una aproximación bíblica a la Teología Reformada»

7 obstáculos para crecer en la vida cristiana

Cuando nos arrepentimos de los pecados y nos acogemos a la gracia de Dios, entramos en una nueva dimensión: Somos justificados gratuitamente y quedamos unidos al Señor Jesucristo.


La vida cristiana reviste singular importancia. Determina una transformación en nuestra forma de pensar y de actuar. Y, por supuesto, tiene consecuencias para la eternidad. ¿Cambiamos en nuestras fuerzas? En absoluto. Todo es producto de la Gracia de Dios que, en respuesta a nuestro arrepentimiento sincero, perdona los pecados y nos ofrece una nueva oportunidad. El pago del pecado ya lo realizó nuestro amado Salvador Jesucristo en la cruz.

El autor cristiano, Edwin Luis Cole, escribió:

“La justicia se origina en la cruz. El arrepentimiento es el punto fundamental entre la rebelión y la reconciliación, y guía a la justicia. Jesús no nos proveyó con fórmulas de auto ayuda, sino con la vieja cruz de madera. Allí donde Él murió y nos redimió, está la salvación.”

Producto de nuestros pecados, el destino inevitable era la condenación eterna. Por supuesto, cuando estamos inmersos en una vida de equívocos, no queremos admitirlo. Pero es real. Distantes de Dios, pasaremos la eternidad en oscuridad.

¿QUÉ MARCÓ LA DIFERENCIA?

Lo que marcó la diferencia, fue la muerte de Cristo Jesús. Su sacrificio en el Gólgota nos salvó.

Alrededor de esa obra maravillosa, la Palabra enseña:

“La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús, a quien Dios puso como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre. Esto lo hizo Dios para manifestar su justicia, pues en su paciencia ha pasado por alto los pecados pasados, para manifestar su justicia en este tiempo, a fin de que él sea el justo y, al mismo tiempo, el que justifica al que tiene fe en Jesús.” (Romanos 3:22-26 | RVC)

Le animo a leer este pasaje detenidamente. Impactará su existencia y puede constituirse en una frontera entre el antes y el después en su existencia.

PERDONADOS POR GRACIA DE DIOS

¿Y qué si su cúmulo de pecados son enormes, desde que tiene conciencia? Son perdonados. El Padre le ve como alguien justo, cuando reconoce sus pecados y se apropia de Su gracia.

Al término de una charla, una joven universitaria se acercó para expresar su incredulidad: “¿Podría Dios perdonarme, con mi vida de pecado, con todo lo que he vivido?”. La respuesta fue: sí. Otro joven me refería: “Para financiar el consumo de drogas, robaba a mis padres. No me echaron de casa, porque me amaban. Pero llegó un momento en el que escondían todas las cosas de valor. ¿Me perdonaría Dios, con todo y lo malo que hice?” Igualmente le respondí que sí.

Pero hay un hecho fundamental: debemos creer. Es un asunto de fe, no de obras. Si fuera por obras, pronto estaríamos derrotados ya que, generalmente, no perseveramos en los buenos propósitos.


Cuando nos arrepentimos de los pecados y nos acogemos a la gracia de Dios, entramos en una nueva dimensión: Somos justificados gratuitamente y quedamos unidos al Señor Jesucristo.


NO ESCUCHE LAS VOCES DE CONDENACIÓN

El perdón de Dios por la gracia de Dios, es algo maravilloso. Y debemos reconocerlo: para muchas personas resulta incomprensible. Pero es real.

El apóstol Pablo escribió:

«Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.» (Romanos 8: 1, 2 | RVC)

Cuando nos arrepentimos de los pecados y nos acogemos a la gracia de Dios, entramos en una nueva dimensión: Somos justificados gratuitamente y quedamos unidos al Señor Jesucristo.

Sin embargo, quien no se queda quieto, es nuestro adversario espiritual, Satanás. Nos cuestionará una y otra vez. Procurará sembrarnos dudas. Pero no debemos escucharlo. Bajo ninguna circunstancia debemos permitir que nos robe el gozo de la salvación.

Permítame citar nuevamente a Edwin Luis Cole, cuando anota:

“Traiga sus pecados al Calvario y cámbielos por la justicia de Cristo. Traiga sus ideas, motivaciones y metas a la cruz y cámbielos por el único plan para el cual Dios lo creó y que sólo Él puede llevar a cabo.  Pero, por supuesto, morir a la carne no es fácil. La rendición no viene naturalmente. La humildad es dura frente a nuestro orgullo.”

El apóstol Pablo fue contundente al escribir:

“Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie.” (Efesios 2: 8, 9 | RVC)

Muchas corrientes religiosas y aún el adversario espiritual querrán convencerlo de las obras como mecanismo para ser salvo. Y una vez falle, caerán sobre usted para condenarlo de nuevo. Es el juego equivocado en el que no podemos caer.

LOS OBSTÁCULOS PARA CRECER EN LA VIDA CRISTIAN

Una vez tenemos claro que la salvación es por gracia y no por obras, es necesario evaluar al menos siete factores que se constituyen en barreras para experimentar crecimiento en la vida cristiana:

  • Falta de disposición para reconocer que hemos pecado.
  • Incapacidad deliberada para asumir nuevos principios de vida, conforme a la voluntad de Dios.
  • Resistencia a la reprensión y la corrección.
  • Negación frente a la realidad de las consecuencias de una vida sujeta a la pecaminosidad.
  • Negación frente al valor de la gracia de Dios, que nos perdona y ofrece una nueva vida.
  • Sujetarnos nuevamente a los estándares del mundo, desestimando la nueva vida en Cristo Jesús.
  • No depender de Dios para vencer las tentaciones.

Le animamos a revisar cuidadosamente cada uno de estos obstáculos. Probablemente usted los enfrenta. ¿Qué hacer? Volvernos a Dios en procura de su guía, acompañamiento y fortaleza.

Si algo podemos asegurarle es que, apropiándonos de la gracia, viviendo en ella y dependiendo de nuestro Padre eterno, no solamente avanzaremos victoriosos en la vida cristiana, sino que experimentaremos crecimiento permanente. Hoy es el día para tomar la decisión. 

© Fernando Alexis Jiménez

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