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Es importante que conozcamos la oportunidad de recibir la libertad por la Gracia de Dios.

La misericordia de Dios no tiene límites. Él nos perdona y nos extiende Su gracia, la que nos abre las puertas a una nueva oportunidad de vida.  Seguir leyendo «Descargue gratis el libro «Vidas transformadas por la Gracia»»

La gracia perdonadora de Dios también es para usted

Aun cuando millares de personas en todo el mundo, consideran imposible que Dios perdone sus pecados, la gracia divina los cobija también a ellos. El Señor responde a un sincero arrepentimiento trayendo perdón, ofreciendo una nueva oportunidad y asegurándoles la vida eterna.

Aun cuando millares de personas en todo el mundo, consideran imposible que Dios perdone sus pecados, la gracia divina los cobija también a ellos. El Señor responde a un sincero arrepentimiento trayendo perdón, ofreciendo una nueva oportunidad y asegurándoles la vida eterna.


 Infinidad de personas permanecen inmersas en sus pecados, distantes de Dios. Consideran que la magnitud de sus pecados les impide acercarse a Él. “He vivido por años en pecados innombrables. ¿Me viene a decir que Dios los perdona? No lo creo.” Seguir leyendo «La gracia perdonadora de Dios también es para usted»

Un final feliz para Judas, el traidor

¿Qué habría ocurrido si, tras arrepentirse, Judas hubiese acudido a la misericordia de Dios y no al suicidio? ¿Lo habría perdonado Dios? Estos dos interrogantes despiertan polémica. Procuremos juntos responderlos a la luz de la Biblia.

¿Qué habría ocurrido si, tras arrepentirse, Judas hubiese acudido a la misericordia de Dios y no al suicidio? ¿Lo habría perdonado Dios? Estos dos interrogantes despiertan polémica. Procuremos juntos responderlos a la luz de la Biblia.


El de aquél, era el fiel reflejo de quien ha caído en la desesperación. En sus ojos brillaba la desolación. Por su mente cruzaban mil pensamientos. Escenas que iban y venían con una rapidez asombrosa. Seguir leyendo «Un final feliz para Judas, el traidor»

Un cristianismo sin la cruz, pierde su esencia

La cruz es un símbolo de victoria para los cristianos. No podemos avergonzarnos de ella. En el madero, nuestro amado Dios y Salvador trajo perdón a nuestros pecados, nos libró de la idea del padre, nos ofrece una nueva oportunidad y nos asegura la vida eterna junto a Él. Estudio Bíblico.

A menos que Cristo hubiese muerte en la cruz por nuestros pecados, estábamos irremisiblemente condenados por la eternidad. Puede que usted considere que es una buena persona y que no procura el mal de nadie, pero, aunque se niegue a aceptarlo, es pecador. Y todo pecador se hace merecedor del infierno.


En medio de las discusiones y diferencias que surgen al interior de muchas denominaciones, está su apreciación alrededor de la cruz. “Es un símbolo de maldición”, dijo alguien, visiblemente escandalizado. Otro replicó: “No veo razón. Fue allí donde Cristo nos libertó del pecado”. Seguir leyendo «Un cristianismo sin la cruz, pierde su esencia»

4 cambios sobrenaturales de la gracia de Dios en su vida

Cuando caminamos con Dios, tras acogernos a la gracia que viene de Él, se producen transformaciones de carácter sobrenatural que nos permiten marcar la diferencia en la sociedad en la que nos desenvolvemos. Análisis bíblico.

Cuando caminamos con Dios, tras acogernos a la gracia que viene de Él, se producen transformaciones de carácter sobrenatural que nos permiten marcar la diferencia en la sociedad en la que nos desenvolvemos. Análisis bíblico.

Cuando se habla de la santificación del ser humano, muchas personas experimentan temor. Desde su perspectiva limitada, es algo difícil de alcanzar. Como es apenas previsible, están pensando que la lucha se debe librar en sus fuerzas y no en el poder de Dios.

Desde la perspectiva Escritural hay tres elementos que son esenciales para la salvación de toda persona:

  • La Justificación.
  • La Regeneración.
  • La Santificación.

¿Cómo se obtienen estos tres fundamentos? Al convertirnos en hijos de Dios, gracias a la obra redentora de Jesús en la cruz, de la que nos apropiamos por fe. Las obras no tienen nada que ver en el proceso. El que ha aceptado a Cristo como su Señor y Salvador es nacido de nuevo, justificado y santificado. Al que le falte uno de estos tres ingredientes, no es un auténtico hijo ni cristiano a los ojos del Padre.

Por supuesto, si muere en esta condición, no lo encontraremos en la eternidad, a donde irán los justos y redimimos.

No es un asunto trivial, sino importante porque con la mezcla de doctrinas que prevalecen hoy, se confunde la justificación con la santificación y son dos componentes diferentes.

LA TRANSFORMACIÓN SOBRENATURAL

El autor y ministro inglés, John Charles Ryle (1816-1900), define la santificación en términos sencillos, de la siguiente manera:

«Santificación es la obra espiritual interior que el Señor Jesucristo lleva a cabo en el hombre por medio del Espíritu Santo cuando lo llama a ser un verdadero creyente. El instrumento por el cual el Espíritu hace esto es, generalmente, la Palabra de Dios, aunque a veces usa aflicciones y visitaciones providenciales “sin palabra” (1 Pedro 3:1). El sujeto de esta obra de Cristo por su Espíritu es llamado en las Escrituras un hombre “santificado”.

La obra del Espíritu produce en el hombre al menos cuatro cambios que tienen un carácter sobrenatural:

  • Limpieza de sus pecados gracias a la obra redentora de Jesucristo.
  • Lo separa de su amor natural por el pecado y el mundo.
  • Pone una nueva vida en su corazón.
  • Lo hace practicar la sujeción a Dios en su vida.

Aquí es importante tener en cuenta la enseñanza de John Charles Ryle:

“El Señor Jesús se ha hecho cargo de todo lo que las almas de los suyos requieren; no sólo para librarlos de la culpa de sus pecados por medio de su muerte expiatoria, sino también del dominio de sus pecados, colocando al Espíritu Santo en sus corazones, no únicamente para justificarlos, sino también para santificarlos.”

Precisamente, para que usted y yo seamos santos, Cristo murió en la cruz, como el propio Jesús dice:

“Como Tú me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo.  Y por ellos Yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.” (Juan 17: 18, 19; Cf. 1 Corintios 1: 30 | NBLA)

Y el apóstol Pablo anota en la carta a los creyentes de Éfeso lo siguiente:

“Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.” (Efesios 5: 25-27| NBLA)

Observe cuidadosamente lo que enseña el apóstol Pablo en cuanto a que, pese a nuestros equívocos—de los cuales debemos arrepentirnos, por supuesto—Dios nos ve sin mancha ni arruga, de manera santa e inmaculada. Es algo maravilloso que solamente Él por amor a Su pueblo, puede hacer.

NO CREA A LAS MENTIRAS DEL ENEMIGO ESPIRITUAL

Por supuesto, el enemigo espiritual siempre insistirá en hacernos sentir culpables y, de esa manera, llevarnos a volver atrás. Sin embargo, cuando tomamos conciencia que, por la obra de Cristo en el Gólgota, ahora somos santos delante del Padre, no creeremos a las mentiras del adversario espiritual y seguiremos avanzando, no en nuestras fuerzas, sino prendidos de la mano del Señor.

Le animamos a tener en cuenta que:

  • Por la obra de Cristo en la cruz somos santificados (1 Corintios 1: 30; Juan 17:19)
  • El Señor Jesús nos redimió de toda iniquidad (Tito 2:14)
  • Delante del Padre ahora somos purificados.
  • Cristo Jesús llevó nuestros pecados sobre su cuerpo para que vivamos en justicia (1 Pedro 2:24)
  • Jesús el Señor nos presenta delante del Padre como hombres y mujeres justos, santos e irreprochables (Colosenses 1: 21, 22)

La Palabra nos enseña que el Señor Jesucristo ya llevó a cabo la obra de santificación en nuestras vidas, así como la justificación. Por eso, en la gracia—cuando nos apropiamos de ella por fe–, el Padre nos ve justos y santos. Es una verdad que el enemigo espiritual. Satanás, no quiere que creamos.

Nuestra condición ahora es diferente, porque Jesús ya se sacrificó con todos nosotros y aún por aquellos que en el futuro creerán:

«Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: «Anunciaré Tu nombre a Mis hermanos, en medio de la congregación te cantaré himnos».  Otra vez: «Yo en Él confiaré». Y otra vez: «Aquí estoy, Yo y los hijos que Dios me ha dado». Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre[c], también Jesús participó de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida. » (Hebreos 2: 11-15 | NBLA)

Por favor, lea el pasaje bíblico cuantas veces sea necesario. Contiene una poderosa enseñanza que lo hace libre en Jesús. Puede que en otras ocasiones haya leído esta misma Escritura, pero ahora que está mirando las cosas desde la perspectiva de la gracia, su comprensión es diferente.

NO ES UN ASUNTO SENCILLO

Es cierto, hablar y comprender acerca de la santificación  es un asunto complejo. Lo comprendemos. La Biblia lo deja claro, pero nuestra mente finita a veces lo considera imposible. Y la razón es sencilla, en nuestra formación legalista y religiosa el amor de Dios es, además de incomprensible, imposible para el pecador.

Santificados ahora, por la obra de Jesús en la cruz, nos mantenemos unidos a Él, lo cual nos permite llevar fruto abundante, es decir, transformaciones profundas que en nuestras fuerzas no son posibles y que impactan a quienes nos rodean:

“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer. Si alguien no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman.” (Juan 15: 5, 6. | NBLA)

El autor y predicador inglés, John Charles Ryle, alrededor de este pasaje, anota:

“La unión con Cristo que no produce ningún efecto en la vida, es una mera unión de forma, que no tiene valor ante Dios. La fe que no tiene una influencia santificadora sobre el carácter del creyente, no es mejor que la fe de los demonios. No es un don de Dios. No es la fe de los escogidos de Dios. En resumen, donde no hay una santificación de la vida, no hay una fe verdadera en Cristo. La fe verdadera obra por el amor. Constriñe al hombre a vivir para el Señor como efecto de un profundo sentido de gratitud por su redención. Le hace sentir que nunca puede hacer demasiado por Aquel que murió por él. Habiendo sido perdonado por mucho, mucha ama. Aquel a quien la sangre de Cristo lo limpia, vive en la luz. El que tiene una auténtica esperanza viva, se purifica a sí mismo, tal como el Señor es puro.”

Seguir en la misma situación, de profesar fe en Cristo por la obra que hizo en la cruz y mantenernos deliberadamente en el pecado, es una evidencia de obras muertas como anota el apóstol Santiago (2:26).

Conviene que ampliemos esta enseñanza a partir de la lectura de pasajes relevantes como Santiago 2:17-20; Tito 1:1; Gálatas 5:6; 1 Juan 1:7; 3:3.

Es esencial que enfaticemos en el hecho de que la santificación es el resultado y la consecuencia inseparable de la regeneración. El que es nacido de nuevo y hecho nueva criatura, recibe una nueva naturaleza y nuevos principios de vida, y vive siempre una vida nueva. En ese orden de ideas, quien sigue viviendo en la mundanalidad y en una pecaminosidad deliberada, no ha sido regenerado.

Aquí cabe recordar lo que anota el apóstol Juan:

«Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él. No puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.» (1 Juan 3:9, 10 | NBLA)

En síntesis, podemos señalar que donde no hay santificación, no hay regeneración y donde no hay una vida santa, no hay un nacimiento santo.

Es importante resaltar que vivir en santificación, con las transformaciones que implican, no se fundamenta en obras, sino en la dependencia de Dios. Él produce los cambios que tanto anhelamos. Leyendo los pasajes que anotamos a continuación, podrá ampliar esta enseñanza (Romanos 8:9; 8:14 Gálatas 5:22-25)

DECIDIDOS A VIVIR EN LA SANTIFICACIÓN

Nuestra vida santa, marca la diferencia. Evidencia que hay un mover poderoso de Cristo en cada uno de nosotros. No son las obras en las que nos esforzamos, sino la transformación que está ligada a una íntima relación con el Padre.

El que se vanagloria de ser uno de los escogidos de Dios mientras que, intencional y habitualmente, vive en pecado, sólo se engaña a sí mismo y blasfema.

Por supuesto que es difícil saber lo que realmente es cada persona; muchos que parecen bastante buenos externamente, pueden resultar hipócritas con un corazón corrupto. Pero el individuo en el que no hay, al menos, alguna indicación externa de santificación, podemos estar seguros de que tampoco es escogido.

Este punto es esencial porque se trata de entender nuestra identidad en Cristo, ahora como hijos de Dios por la obra que Él hizo en la cruz, y la disposición de caminar en santificación. No por obligación, sino por amor a Aquél que nos perdonó.

No podemos ampararnos en la gracia para desconocer que deberemos rendir cuentas, si nos movemos en la mundanalidad deliberada y consciente.

La palabra del apóstol Pablo a los creyentes de Éfeso, encaja oportunamente aquí:

«Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención. » (Efesios 4: 30; Cf. 2 Pedro 3:18; 1 Tesalonicenses 4:1 | NBLA)

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Tesalónica lo define así:

«Por lo demás, hermanos, les rogamos, y les exhortamos en el Señor Jesús, que tal como han recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que deben andar  y agradar a Dios, como de hecho ya andan, así abunden en ello más y más.» (1 Tesalonicenses 4. 1 | NBLA)

Un verdadero cristiano es aquel que, no sólo tiene paz en su conciencia, sino también libra una guerra en su interior. Puede que le suene extraño, pero es así: Tal creyente puede ser conocido por sus luchas, al igual que por su paz. Es decir, reconoce que el pecado es pecado y no se ampara en la gracia para seguir haciendo lo mismo.

Por ese motivo, cuando su naturaleza quiere llevarlo a pecar, piensa primero antes de actuar por cuanto ama da Dios y no quiere ofenderle. Y si lo llegara a hacer, se arrepiente de corazón y pide la gracia del Padre para seguir adelante.

© Fernando Alexis Jiménez

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¿Cuál es la idea que usted tiene de Dios?

Perdemos el tiempo pretendiendo imaginar como es Dios. Se le puede conocer cuando desarrollamos intimidad con Él, en oración y mediante el estudio de las Escrituras. Nuestro Padre celestial se revela a todos aquellos que le buscan.


Un equipo de psicólogos de la Universidad de North Carolina en Estados Unidos logró reconstruir en el 2018, mediante una nueva tecnología, lo que los estadounidenses creen que es el rostro de Dios.

Para esto, los investigadores le mostraron a un grupo de 511 cristianos cientos de rostros al azar. A los participantes se les preguntó qué rostro se acercaba más a lo que ellos imaginaban que era la cara de Dios.

Las imágenes seleccionadas fueron entonces fusionadas para crear un rostro final, lo que representaría un promedio de cómo los estadounidenses se imaginan a Dios.

Contrario a las imágenes más comunes de Dios como un ser mayor y sabio, muchos cristianos estadounidenses veían a Dios como alguien más femenino y joven. 

De acuerdo a la investigación, las personas imaginan a un Dios similar a ellos mismos, por ejemplo, las personas mayores veían a un Dios más envejecido, los jóvenes imaginaban a un Dios joven, los afroamericanos veían a Dios con facciones afroamericanas. De la misma forma, las personas más atractivas también veían a Dios como alguien más atractivo.

NUESTRA PROPIA IMAGEN DE DIOS

Resulta curiosa esta nota que se derivó de un estudio de varios científicos y de la imagen que, conforme a la opinión de numerosas personas, consideraban tenía el rostro del Creador.

De hecho, cada persona tiene su propia apreciación de cómo es el Señor, en gran medida bajo la influencia que tuvieron de su padre terrenal. Unos lo conciben bonachón, y otros un tirano, ocupado únicamente en ver nuestros errores para de, inmediato, imponer castigos.

A estos equívocos ha contribuido la religiosidad, que vende la imagen de un Dios lleno de ira y con ánimo de destruir a quien se opone a sus preceptos.

LA BIBLIA REVELA A DIOS

A diferencia de nuestras concepciones imaginarias, Dios se nos revela en las Escrituras, que enseñan que es:

1.- Fuerte, poderoso y el Creador (Génesis 1: 1; Éxodo 20: 2; Daniel 9: 4)

2.- Gobernante todopoderoso (Isaías 6: 1; Salmo 35: 23)

3.- Fuente de bendiciones y bienestar (Éxodo 6: 3; Salmo 91: 1)

4.- Fiel al pacto y la gracia (Éxodo 15: 2, 3; Oseas 12: 5, 6)

5.- Es nuestro Padre (Deuteronomio 32: 6; Isaías 63: 16; Jeremías 31: 9; Malaquías 2: 10)

6.- Un Padre al que podemos dirigirnos (Mateo 6: 9; Marcos 14: 36; Romanos 8: 15; Gálatas 4: 6)

7.- Creador (Génesis 1: 1; Salmo 24: 1, 2)

8.- Sustentador del mundo (Hebreos 1: 3)

9.- Redentor y Salvador (Deuteronomio 5: 6; 2 Corintios 5: 19)

No es un Dios impersonal, por el contrario, es muy cercano a nosotros. Por la obra redentora de Jesús en la cruz, perdona nuestros pecados y nos asegura la vida eterna. Es la manifestación de la gracia divina.

DIOS ES CERCANO A NOSOTROS

Dios nos ama, es cercano a nuestras necesidades, escucha nuestras oraciones y está dispuesto a perdonarnos. Con fundamento en las Escrituras, miremos otros atributos maravillosos del Creador:

1.- Nos perdona los pecados (Éxodo34: 7)

2.- Es eterno (Salmo 90:2; 1 Timoteo 1: 17; Apocalipsis 1: 8)

3.- Sabe todas las cosas (Job 37: 16; Salmo 139:1-18)

4.- Conoce el principio y fin de todas las cosas (Isaías 46: 9-11)

5.- Para Él no hay nada imposible (Daniel 4: 17, 25, 35; Mateo 19: 26; Apocalipsis 19: 6)

6.- Es amor y nos ama (Romanos 5: 8)

7.- Nos extiende su gracia (Romanos 3: 24)

8.- Nos extiende Su misericordia (Salmo 145: 9)

9.- Es paciente (2 Pedro 3: 15)

10.- Es justo (Esdras 9: 15, Juan 17: 25)

11.- Está presente en todo lugar (Salmo 139:7-12; Hebreos 4. 13)

12.- Hace predicciones (Isaías 46: 10)

13.- Hace planes (Isaías 46: 11)

14.- Nos da promesas (Deuteronomio 15: 6; 2 Pedro 3: 9)

15.- Cumple soberanamente Su voluntad (Daniel 4: 35)

Una valoración somera de quién es el Padre celestial, nos muestra que es cercano a todos nosotros. Su amor es ilimitado, de tal manera que siempre nos extiende su misericordia en respuesta a un arrepentimiento sincero.

ACERCARNOS A DIOS

Antes que procurar saber cómo es la imagen ideal de Dios, debemos conocerlo a través de la Palabra y de la oración, atendiendo la invitación que nos hace:

“Clama a Mí, y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces” (Jeremías 33: 3 | NBLA)

Y, también, cabe recordar al apóstol Santiago cuando escribe:

«Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo[a], purifiquen sus corazones. » (Santiago 4: 8 | NBLA)

Cualquiera sea la situación que enfrente hoy, vuelva su mirada a Dios. Es nuestro Padre, nos ama y nos ofrece siempre una nueva oportunidad. Es Su gracia ilimitada que espera por nosotros.

SALVOS POR GRACIA

Algo maravilloso que poco se predica desde los púlpitos, es la gracia de Dios. Por la muerte de Jesús en la cruz, Él nos perdonó los pecados y nos adoptó como hijos.

El teólogo norteamericano, Ronald Maccune, lo definió en los siguientes términos:

“La adopción de Dios es un regalo inigualable que transforma nuestras vidas. Nos libera de la carga del legalismo, empodera nuestro viaje a través del Espíritu Santo y nos asegura una herencia compartida con Cristo mismo. La adopción no es un mero concepto, es una realidad profunda que nos da el privilegio de ser llamados “hijos de Dios”.

La gracia divina está a nuestra disposición. Pero Dios no nos obliga. Es necesario que nos apropiemos de esa gracia, por fe. Los resultados son maravillosos, cuando nos acogemos a Su amor salvador, como anota Maccune:

“Primero, reconozcamos que somos amados y aceptados por Dios, no por nuestras obras, sino por su gracia. Dejemos de esforzarnos en vano para ganar su favor y, en su lugar, confiemos en su amor incondicional, la libertad que ahora es nuestra, el poder del Espíritu de Dios con que el podemos vivir la vida y la herencia garantizada que ya se nos ha concedido por ser miembros de su familia. Vivamos bajo la guía del Espíritu Santo. Permitamos que nos recuerde constantemente nuestra identidad como hijos de Dios y que nos capacite para vivir vidas que honren al Padre celestial.”

Es fundamental que abracemos nuestra posición como hijos de Dios. Que esta realidad transforme cada aspecto de nuestra vida y compartamos la buena nueva de la adopción de Dios a quienes permanecen en esclavitud.

Compartamos esta verdad con un mundo sumido en tinieblas, un mundo de huérfanos desamparados que necesitan desesperadamente al Padre.

Este es el momento oportuno para abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo y apropiarnos de la gracia salvadora.


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Llamados a experimentar una vida en la Gracia

Nuestros pensamientos y acciones se renuevan (Cf. Romanos 12. 1, 2) porque estamos en Cristo. Si cometemos alguna falla, el camino es arrepentirnos sinceramente y apropiarnos del perdón divino.

Lección Introductoria – Curso Fundamentos de la Gracia


Si realizáramos una encuesta entre la infinidad de personas que se consideran buenas por naturaleza y que están convencidas que se irán a la eternidad con Dios apenas mueran, el porcentaje de respuestas favorables sería muy alto. El panorama cambia cuando usted les pregunta: “Si es así, por qué razón no tiene al Señor en su corazón”. El semblante de las personas cambia.

Es que, de todos modos, cometo errores y comprometerse con Dios es cosa seria.

–Cuando me decida a asumir un compromiso con Dios, será para no pecar.

–Piense que aún no estoy preparado.

Las argumentaciones son infinitas. Consideran que el Creador es bueno, pero temen que ande detrás de sus equívocos para castigarlos.

En esa dirección, es necesario reconocer que Satanás ha desarrollado una estrategia eficaz de engaño. Hace acopio de enseñanzas, sin fundamento bíblico, para tergiversar la verdad y vender la imagen de un Dios castigador, que no perdona y, contrario a lo que se pudiera pensar, anda detrás de los que pecan para sumarle sus errores de cara a enviarlos al infierno.

NO RENUNCIE A LA VIDA EN ABUNDANCIA

El propósito eterno de Dios es que disfrutemos de una vida plena, vida de realización que Satanás nos quiere robar con sus mentiras.

Le animamos a leer Juan 10:10 y compartir, en sus propias palabras, qué enseñó nuestro Señor Jesús:

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Ahora busque el pasaje de Efesios 4:4-7. ¿Qué aspectos importantes enseña el apóstol Pablo alrededor de nuestra nueva vida:

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 Por favor tome nota de los términos relevantes en este pasaje:

  • Dios es un Dios de misericordia.
  • Dios nos ama con gran amor
  • Dios nos amó aun cuando andábamos inmersos en pecados.
  • Dios nos dio vida en Cristo.
  • Esa salvación maravillosa para nuestras vidas, es por Gracia.
  • Dios nos asegura la eternidad con Él y en Él.

A estos fundamentos alentadores, debemos sumar uno más, sobre el cual el adversario espiritual quiere producirnos confusión:

  • Somos salvos por Gracia y no por obras.

En ese orden de ideas, asumimos que delante de nosotros tenemos una enorme oportunidad para emprender una nueva vida. Le animamos a leer 1 Juan 5: 11, 12. ¿Qué nos enseña el autor alrededor de nuestra nueva vida presente y futura?

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El teólogo y autor  norteamericano, Charles Swindoll, escribió:

“La gracia trae libertad para hacer algo; libertad para disfrutar de los derechos y privilegios de aquél a quien le ha sigo quitado el yugo de la esclavitud, y de permitir a otros que también sean libres. Es libertad para vivenciar una nueva clase de poder que solo Cristo puede otorgar”.

Alrededor de este tema, el apóstol Pablo fue claro al escribirles a los creyentes de Galacia (hoy Turquía), en Asia Menor, en el primer siglo qué significa haber nacido de nuevo y qué debemos hacer. Lea el pasaje y compártanos sus conclusiones:

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La libertad que el Señor nos otorga es invaluable y no podemos renunciar a ella por creer en las mentiras del diablo.

DIOS PERDONÓ NUESTRO PASADO

Permítame citar aquí el caso de Gerardo Villareal. En su momento, en uno de los carteles más peligrosos de México, era reconocido por su insensibilidad cuando de cegarle la vida a alguien se trataba.

Odiaba a las personas, rechazaba a Dios y amaba el dinero. “La gente me tenía mucho miedo, pero no porque yo fuera muy valiente, sino porque no valoraba a nadie ni a nada. Estaba tan perdido en mis delitos y pecados, que no tenía lugar para Dios, a pesar de que Él sí tenía un propósito para mi vida.«, relató a Univisión.

Su vida experimentó un cambio diametral. Estaba en la cárcel. Allí tuvo un encuentro con Jesucristo y comprendió por fin que, pese a la estela de muertes que lo secundaba, el Padre respondía con perdón ilimitado ante su arrepentimiento sincero.

Compartiendo con las personas las buenas nuevas de Salvación, alguien le echó en cara su pasado: “No eres nadie. Lo que sí sé es que eres un asesino”, le gritó en la cara. Gerardo lo escuchó con calma: “Por su gracia, Dios me perdonó. Y eso es suficiente. Me dio una nueva oportunidad y no voy a desaprovecharla”, le respondió.

¿Conoce casos similares a los de Gerardo Villareal? Por favor, descríbala en pocas palabras:

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Por la obra redentora de Cristo, ahora somos nuevas criaturas. Busque y anote sus conclusiones al leer Colosenses 3:9—11:

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En este aspecto coinciden 1 Pedro 2: 9-10 y 2 Corintios 5: 17. La obra de Cristo nos abrió una nueva puerta, que está ligada a una existencia renovada por la Gracia de Dios. No por obras, como anota Efesios 2: 8, 9.

Cuando tomamos conciencia de quiénes somos ahora, de nuestra identidad por la obra redentora de Jesús en el calvario, podemos movernos alrededor de lo que enseña Charles Swindoll:

“Cristo nos trajo libertad de la constante obligación que significaba agradar a Dios y a las personas. Significa libertad del temor a ser condenados por Dios, como también, del temor de una conciencia acusadora. Es libertad frente a las exigencias de las demás personas.”

No podemos desconocer ni desestimar la libertad que el Señor nos ofrece de vivir bajo la Gracia, no con el inri de la condenación con el que fuimos enseñados y que, al cometer algún equívoco, nos llevaba a experimentar desánimo y deseos de volver atrás.

HIJOS DE DIOS AMADOS

Dios perdonó nuestros pecados por amor, que se manifiesta en la Gracia que ahora nos asegura que somos Sus hijos.

Sobre este fundamento maravilloso, el apóstol Juan en 1 Juan 3:1-3 escribió un pasaje interesante que le animamos a revisar y compartirnos sus conclusiones: e:

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Ser hijos de Dios marca la diferencia ya que, por esa misma naturaleza, aún si llegamos a fallar por alguna situación, tenemos perdón si nos arrepentimos y volvemos la mirada a Él. No dejamos de ser sus hijos, que es un aspecto en el que es necesario enfatizar.

En ese orden de ideas, al acogernos a la Gracia, ya no somos pecadores como nos insiste Satanás para que volvamos atrás, sino un justo que comete pecado. No se trata de algo meramente semántico, sino real y alentador, porque siempre hay oportunidad de levantarnos y reemprender el camino.

El apóstol Pablo aclara nuestra nueva condición, en la carta que dirigió a los creyentes de Galacia. Vaya a Gálatas 4:6-9, destacando los aspectos que para usted resultan relevantes:

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Nuestros pensamientos y acciones se renuevan (Cf. Romanos 12. 1, 2) porque estamos en Cristo. Si cometemos alguna falla, el camino es arrepentirnos sinceramente y apropiarnos del perdón divino.

Son verdades de las cuales Satanás no quiere que se hable, porque son fundamentos de libertad, la misma libertad a la que fuimos llamados para experimentar transformación y crecimiento permanentes, no por obras, sino por la Gracia de nuestro amado Creador.

Para concluir, nos alegra saber que está dispuesto a comenzar una nueva vida en Cristo, pero no bajo el legalismo, sino bajo la Gracia. Es decir, acogiéndose al amor de Dios que nos perdona y brinda una nueva oportunidad en respuesta a nuestro arrepentimiento sincero.

Un servirle en Jesucristo,

Fernando Alexis Jiménez

Director | Cristianos Reformados


© Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica de Fe y Gracia


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¿Por qué recibimos la gracia de Dios?

Es por ese amor ilimitado del Padre, que Pedro—quien negó a Jesús—y el Saulo de Tarso, un perseguidor de los cristianos en el primer siglo, tuvieron una oportunidad para emprender una nueva vida.

Lección 2 | Curso Fundamentos de la Gracia


La sociedad en la que nos desenvolvemos oscila entre los extremos. Hay quienes consideran que jamás merecerán el perdón por sus pecados y ni siquiera intentan volver la mirada a Dios, conscientes de sus equívocos por muchos años, y aquellos que ven al Señor como un Padre bonachón que no se inmuta ante sus pecados.

En la delgada línea que divide estas dos posiciones, surge un interrogante que asalta a millones de personas: ¿Merecíamos la gracia de Dios? Y si no es así, ¿por qué, entonces, la recibimos?

Una respuesta muy básica, pero con fundamento bíblico, podríamos sintetizarla de la siguiente manera: Recibimos la gracia de Dios por Su infinito amor hacia nosotros.

El teólogo canadiense, James Innell Packer (1926-2020), lo explicó en los siguientes términos:

“La gracia de Dios es amor libremente expresado hacia pecadores culpables, a pesar de lo que merecían, o mejor dicho, más allá de su falta de mérito. Es Dios manifestando su bondad hacia personas que solo merecían severidad, y que no tenían razón alguna para esperar otra cosa que el juicio.”

Es por ese amor ilimitado del Padre, que Pedro—quien negó a Jesús—y el Saulo de Tarso, un perseguidor de los cristianos en el primer siglo, tuvieron una oportunidad para emprender una nueva vida.

Saulo de Tarso, quien llegaría a ser conocido como Pablo, escribió a los creyentes de Corinto su convicción alrededor de por qué él había experimentado una nueva vida. Le animamos a leer el pasaje en 1 Corintios 15:9-11 y compartirnos sus conclusiones:

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Consciente de que no tenía mérito alguno para ser elegido por Dios y tener una nueva vida y, además, un ministerio de gran alcance, escribió a los discípulos de Galacia, en Asia Menor qué hacía posible que viviera en una nueva dimensión, la misma a la que estamos llamados usted y yo.

Consulte el texto de Gálatas 2: 20, 21 y compártanos sus apreciaciones:

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Por supuesto, reconocía fallas. Las mismas en las que, sin duda, incurrimos cuando ya seguimos las huellas de Jesús, pero admitía que, si avanzaba diariamente, camino al crecimiento, no era por sus obras, sino porque Cristo vivía en Él. ¿Por qué motivo? Por la gracia de Dios. Igual con usted y conmigo.

El asunto reviste singular importancia porque evidencia el amor sin límites de nuestro Padre celestial que, sin merecerlo, nos dio una nueva vida y nos mantiene en ella, a pesar de que no merecíamos que su misericordia nos alcanzara.

SI FUERA POR EL PECADO, NO TENDRÍAMOS OPORTUNIDAD

Si Dios mirara únicamente nuestros pecados y no nos extendiera Su gracia, no tendríamos ninguna oportunidad.

El apóstol Pablo dejó claro, en su carta a los creyentes de Roma, que no había ninguna posibilidad para el género humano, proclive al pecado. Encontramos la enseñanza en Romanos 3:21-23. ¿Qué conclusiones puede sacar?

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Recibir la gracia de Dios, solo es posible por fe. No hay lugar a la racionalización, porque definitivamente no hay justificación para los pecadores.

La muerte de Jesús eliminó la brecha que nos separaba de Dios. Hizo posible que pudiéramos entrar en Su presencia y ser considerados justos y santos. ¿Qué aprendemos en Romanos 3: 24-26?

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En sus escritos, James Innell Packer, lo plantea así:

“Dios no sería fiel a sí mismo, a menos que castigara el pecado, y a menos que uno sienta, comprenda y asuma esta verdad, que quienes hacen el mal no tienen ninguna esperanza, en el orden natural de las cosas, de recibir de Dios el juicio retributivo, no podrá nadie identificarse con la fe bíblica sobre la gracia divina.”

Si nos atuviéramos a la justicia del Padre, estaríamos condenados por la eternidad, sin importar absolutamente nada. Todo, por cuenta de nuestros pecados y la naturaleza pecaminosa que nos asiste. Sin embargo, Su amor es grande y nos abre las puertas al arrepentimiento para recibir, por fe, Su gracia.

En ese orden de ideas, es esencial tener claro que fracasamos en el propósito de restaurar la relación con el Señor cuando hemos pecado, y aspirar lograrlo mediante los esfuerzos personales. Ese era el mismo pensamiento de los paganos de la antigüedad que en su equívoco, pretendían ganarse el favor de los dioses mediante sacrificios y ofrendas.

Recordemos lo que enseña el apóstol Pablo:

«Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.» (Romanos 3: 20 | NBLA)

Es esencial que tengamos claro que por mucho que nos esforcemos, no seremos aceptados por Dios y, menos, avanzaremos en el proceso de cambio. No importa que ese sea el eje central de muchas enseñanzas de las denominaciones que hablan de gracia, pero imponen el legalismo de las obras entre sus seguidores.

DIOS NO ESTÁ OBLIGADO A AMARNOS

¿Desconoce acaso Dios nuestros esfuerzos? No, en absoluto. Pero eso no es lo que nos ha pedido desde siempre. Él es el Señor, nuestro creador, y no está obligado ni a amarnos ni a perdonarnos.

¿Qué aprendemos en el libro de los Salmos alrededor de los sacrificios para obtener el favor de Dios?

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No hay nada que hagamos, por grande y sacrificial que parezca, que nos permita ganar el favor de Dios.

¿Qué dijo el apóstol Pablo al intervenir ante una nutrida concurrencia en Atenas y qué aplicamos a nuestra vida de esta enseñanza? (Lea Hechos 17:24, 25)

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Cuando tomamos conciencia que en nuestras fuerzas es imposible ser salvos, estamos próximos—sin duda—a comprender qué es la gracia de Dios.

Pablo, en palabras sencillas, explica por qué hoy—sin merecerlo—somos alcanzados por la gracia del Padre. Busque Efesios 2: 4-7 y compártanos sus conclusiones:

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Sobresalen en la mayoría de las traducciones bíblicas dos términos: misericordia y bondad, que son propias de la naturaleza de Dios. No es, entonces, por nuestras obras y méritos.

El teólogo norteamericano, Charles Rozell Swindoll, lo plantea de la siguiente manera:

“La gracia es para ser recibida y vivida en plenitud, no algo para analizar y discutir. La gracia que se recibe, pero no se expresa, es gracia muerta. Es hora de despertar a la gracia y vivir en ella. Por eso no podemos caminar como los que carecen de gracia, que han reducido la vida cristiana a reglas y normas que consideran son necesarias para sobrevivir.”

Si llegamos a comprender la gracia, debemos vivir en ella y no dejarnos atrapar por los asesinos de la gracia, aquellos que, hablando del asunto, imponen cargas a los seguidores de Jesús, principalmente representadas en obras para ser aceptados por Dios. Es un equívoco al que no debemos volver, porque sería un enorme retroceso.

Con siglos de antelación, Dios se refirió por medio de un profeta, a la gracia que cubriría a Su pueblo redimido:

«En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza.»(Zacarías 13:  1 | NBLA)

Y en la carta universal de Tito, leemos:

«Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que, negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús.» (Tito 2:11-13| NBLA)

¿Comprende ahora la grandeza del amor de Dios? Nos dio una oportunidad que no merecíamos. Nos abrió una puerta que jamás podríamos siquiera imaginar.

Al asumirlo, nos inclinamos por el cambio. No porque creamos que las obras nos salvan, ya que es por gracia, sino porque nuestra correspondencia al amor del Padre, nos lleva a caminar de una manera diferente, en consonancia con Su voluntad.


© Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica de Fe y Gracia


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La gracia de Dios es gratuita


Lección 3 | Curso Fundamentos de la Gracia


Aun cuando viene tomando una fuerza inusitada en el mundo hoy, el tema de la gracia de Dios no es nuevo. Podemos asegurar que es un aspecto milenario y está contenido en las Escrituras. Por todas partes hallamos registros, lo cual resulta sorprendente cuando comenzamos a estudiar el asunto con lupa. Igual, durante el ministerio terrenal del Señor Jesucristo.

Es justo lo que necesitamos en una sociedad como la nuestra, en donde los fundamentos religiosos están soportados en el legalismo. Nuestro amado Dios y Salvador Jesucristo enseño de una manera distinta. Trajo pautas para una nueva vida, llega de gracia y verdad.

Cuando vamos a la Palabra leemos que es del Señor Jesús que recibimos gracia, No es por nuestros méritos. Lea Juan |: 16, 17 y compártanos sus apreciaciones:

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Y el mismo evangelista, unas páginas más adelante, nos brinda otra enseñanza. Está en Juan 8: 31, 32. Para usted, ¿qué significado tienen la verdad y libertad de las que habla el Señor Jesús?

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Ahora, nos preguntamos: ¿De qué libertad está hablando Jesucristo? La respuesta es sencilla: libertad de la religiosidad que prevalecía en la época y que pervive en el tiempo. Esa religiosidad es la que nos lleva a pensar que alcanzaremos la salvación a partir de nuestros esfuerzos y que, si llegáramos a fallar como es previsible, perderemos la salvación.

¡CUIDADO CON LA RELIGIOSIDAD!

Partamos de una premisa: la religiosidad mata la gracia. ¿Por qué motivo? Porque la religiosidad tiene una apariencia externa de piedad, aun cuando el mundo interior no haya sido transformado. Es mera figura.

Quizá usted ha venido congregándose en una denominación religiosa y legalista. Coincidirá con nosotros, la mayoría de los cuales escapamos ya de esas redes, que se privilegia la obediencia por encima del gozo que despierta amar a Dios y caminar con Él, no por imposición, sino porque le amamos en respuesta a que nos amó primero.

Desde el primer siglo temas como la religiosidad, fueron abordados por los apóstoles en sus cartas a los creyentes. ¿Qué enseñanza recibe usted de 1 Juan 4: 19-21, y cómo la aplica a su vida

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Retomamos el ministerio de Jesús el Señor y la gracia. Recordemos que, antes que enfocarse en las obras de la carne, el maestro puso de relieve la transformación del corazón, transformación que es posible mediante el poder divino.

Al recorrer los evangelios, descubrimos que no hizo una lista interminable de obas de la carne como requisito para ser aceptadas por el Padre celestial. En lo hizo particular énfasis, fue en la fe transformadora.

Hay un pasaje en Mateo 11:28-30 que, aparentemente se dirige a quienes están en difíciles situaciones. Aplica. Sin embargo, está relacionado con la enseñanza de la gracia. Léalo y consigne aquí sus conclusiones:

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Probablemente usted está cansado de tantas cargas de religiosidad que ha recibido allí donde se congrega. Es hora de volvernos a Cristo Jesús y pedirle su divina orientación para caminar en la dirección que Él nos enseñó, no en condenación, sino en gracia cuando en nuestro corazón hay un arrepentimiento sincero.

Permítanos citar aquí al autor y teólogo, Charles Rozell Swindoll:

“Le sorprenderá saber que el Señor Jesucristo nunca utilizó la palabra gracia. Sin embargo, enseñaba sobre ella, y lo que es verdaderamente importante, vivía en la gracia. Más aún, la Biblia nunca define la gracia en una sola frase, aunque la gracia aparece en todas sus páginas. Y no solo aparece el término gracia en sus páginas, sino que también relaciona incontables manifestaciones de la gracia de Dios.”

No obstante, y en aras de entenderlo fácilmente, podemos señalar que la gracia es la bondad hacia alguien que no la merece y que jamás podría ganarla.

LA GRACIA NO TIENE COSTO

Usted y yo recibimos la gracia de Dios y estamos llamados a vivir en ella. Es gratuita. No hay que ganarla, simplemente recibirla por fe.

El autor y teólogo, Charles Rozell Swindoll anota lo siguiente:

“Cristo mismo murió y satisfizo las exigencias del Padre respecto al pecado; todo lo que necesitamos hacer es pedir Su gracia, aceptando el don gratuito de la vida eterna.”

Uno de los ejemplos más maravillosos de la gracia lo encontramos en el relato que hace el evangelista sobre la crucifixión en Lucas 23:38-23. ¿Qué aprendemos del pasaje?

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Observe detenidamente que en la escena observamos. Sin haber asistido jamás a una congregación, el ladrón que estaba junto a Jesús:

  • Recibió _____________________
  • Recibió _____________________
  • Recibió la _____________________

Esa misma gracia, maravillosa y extraordinaria que él recibió de Cristo, es la misma gracia a la que usted y yo tenemos acceso, por fe.

VIVENCIAR LA GRACIA

No basta con tener un conocimiento teológico e intelectual acerca de la gracia de Dios. Es necesario vivenciarla. Es por la gracia de Dios que recibimos al menos siete dones:

  • La _________________
  • La _________________
  • La _____________ y el ____________.
  • El _________________
  • La _________________
  • No ___________ ni ser ___________.

Por la gracia de Dios, comenzamos a vivir una fe auténtica en lugar de movernos alrededor de una religión fundamenta en demostraciones externas.

TRES DIMENSIONES DE LA GRACIA            

Cuando estudiamos el Nuevo Testamento, descubrimos que la gracia de Dios tiene tres pilares:

1.- La gracia de Dios es la _____________________ de nuestros pecados.

La justificación viene por fe. Se produce cuando el hombre cifra toda su confianza en el Señor Jesucristo y su obra redentora. Lo recibe como su Señor y Salvador. Es gratuita para todos, aunque Dios tuvo que pagar por ella mediante el sacrificio de Su Hijo Jesucristo. Le animamos a leer los textos de Romanos 3: 24; Tito 3:7 y Efesios 1: 7.

2.- La gracia es el fundamento del

_____________________  del hombre.

Sabiendo de antemano que el hombre iba a pecar, Dios dispuso el plan de salvación para el género humano desde la misma creación. Es una manifestación de Su amor ilimitado por todos nosotros. Encuentre más información leyendo los pasajes de Romanos 8: 29 y 2 Tesalonicenses 2:12.

3.- La gracia de Dios nos ____________________.

Para entender este aspecto, le animamos a leer lo que enseña el apóstol:

“Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.” (1 Pedro 1: 5 | NBLA)

Dios nos cuida, orienta y nos fortalece para que vivamos en Su gracia maravillosa. Y caminamos en Él, en consonancia con Su propósito eterno y voluntad, no por imposición, sino porque le amamos.

Alrededor del tema, Charles Rozell Swindoll escribe lo siguiente:

“Quienes suponen que la doctrina de la gracia de Dios tiende a favorecer el relajamiento moral, demuestran literalmente que no han saben a ciencia cierta qué es la gracia, ni tampoco su alcance…. La gratitud ha de impulsar a todo hombre que en verdad ha recibido la gracia, a obrar como Dios desea.”

Si investiga en Efesios 2:10 y Tito 2:11, podrá tener una más amplia comprensión de lo que estamos hablando.

No permita que los asesinos de la gracia, terminen ahogando la nueva vida que Dios le ofrece. ¿A qué nos referimos? Al legalismo que se enfoca en las obras de la carne para alcanzar la salvación.

Charles Rozell Swindoll, a quien citamos con frecuencia por su exposición de la gracia en términos sencillos, anota:

“La gracia de Dios está para ser recibida y vivida en plenitud. No es algo para analizar y discutir. La gracia se recibe, pero si no se expresa, es gracia muerta. Es hora, por tanto, de despertar a la gracia y vivir en ella. Por ese motivo, no podemos ni debemos caminar como aquellos que no tienen la gracia, como aquellos que han reducido la vida cristiana a normas y reglas y apropiarnos de este legalismo para sobrevivir y creer que así tendremos la vida eterna.”

Por este motivo afirmamos que liberarnos del legalismo, trae gozo. La libertad que produce la gracia es lo único que puede cambiarnos, comenzado desde adentro.

Hoy es el día oportuno para recibir a Cristo Jesús en su corazón y comenzar, de una manera sencilla y práctica, a caminar en la gracia transformadora, que nos lleva a la realización plena que Dios ha tenido en su corazón desde la eternidad, para todos nosotros.


PALABRAS Y FRASES PARA COMPLETAR


A continuación, encontrará las palabras y frases que son necesarias para llenar los espacios vacíos que aparecen en la Lección de hoy:

LA GRACIA NO TIENE COSTO

  • Perdón por su delito.
  • Perdón de sus pecados.
  • Vida eterna.
  • Salvación.
  • Madurez espiritual.
  • Alegría y el gozo.
  • Perdón ilimitado.
  • Libertad plena.
  • Juzgar ni ser juzgados.

TRES DIMENSIONES DE LA GRACIA

1.- Fuente del perdón

2.- Plan de salvación

3.- Preserva en santidad.


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¿Cómo es que un Dios justo nos perdona?


Lección 4 | Curso Fundamentos de la Gracia


Cuando hablamos de la gracia, uno de los primeros interrogantes que asalta al nuevo creyente o a aquél que está aprendiendo acerca de esta doctrina, es acerca del perdón de Dios. Invariablemente coinciden en formularse esta pregunta: ¿Cómo es que un Dios justo nos perdona?

Cuando vamos a la Palabra, encontramos el atributo divino de juzgar, en muchas de sus páginas. Le invitamos a visitar el pasaje del Salmo 76:8. Como es nuestra dinámica, le invitamos a anotar sus conclusiones:

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Otro texto Escritural a consultar es Isaías 66: 16. ¿Qué aprendemos allí?

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En ese orden de ideas, entendemos que Su divina prerrogativa es castigar. La razón es sencilla: si Él enseñó aquello que no se debía hacer, puede juzgar sin misericordia.

El rey Salomón enseñó un principio de advertencia para los jóvenes, a quienes les dijo, deberían responder por sus actos. Búsquelo en Eclesiastés 11: 9. ¿Cómo lo aplicaría a su vida hoy?

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Y es el mismo autor quien anota una advertencia perentoria en Eclesiastés 12: 14. ¿Podría describirla en sus propias palabras:

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Si nos atenemos a este atributo de Dios, somos más que desdichados porque lo que merecen nuestros pecados, es la condenación eterna. No hay otra salida.

CINCO CARACTERÍSTICAS DE DIOS COMO JUEZ

Cuando vamos a las Escrituras encontramos de manera recurrente, cinco características de su condición de juez universal:

1.- Dios lo _________________

2.- Dios tiene _______________ plena.

3.- Dios es _______________ y _______________.

4.- Dios sabe discernir el __________________del hombre.

5.- Dios tiene ________________  para juzgar.

El teólogo canadiense, James Innell Packer, escribe:

“La indiferencia frente al pecado sería una imperfección en Dios, no una perfección. Porque no juzgar al mundo sería indiferencia moral. La prueba definitiva de que Dios es un ser moral perfecto, a quien preocupan aspectos relacionados con el bien y el mal, es el hecho de que se ha comprometido a juzgar al mundo. La gran diferencia es que nos ofrece una nueva oportunidad, por Su gracia.”

Esto es lo que cambia el curso de nuestra historia, condenada por la eternidad. La gracia de Dios, que en la cruz perdonó todos nuestros pecados, por la obra de Jesús en la cruz.

De lo contrario, no podríamos vivir porque la Biblia es clara en advertir que hay retribución para el pecado. Lea Romanos 2:6-11; Mateo 12:30; 16: 27; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis 20: 12 y compártanos sus apreciaciones:

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Tras escudriñar estos pasajes no podemos menos que sorprendernos al leer al evangelista cuando registra las palabras de Jesús el Señor. Busque el pasaje de Juan 5: 24. ¿Qué enseña a su vida?

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Aquí traemos nuevamente a colación al teólogo, James Innell Packer, cuando escribe:

“Entre los pecadores y las tormentosas nubes de la ira de Dios, se encuentra la cruz del Señor Jesús. Si somos de Cristo, por la fe, entonces somos justificados por su sacrificio en la cruz, y la ira no nos alcanza jamás, ni aquí ni en la eternidad.”

La sustancia del cristianismo es la fe en el perdón de los pecados mediante la obra redentora del Señor Jesús. Es lo que hizo posible el perdón definitivo, y en esencia, es la gracia de Dios en nuestras vidas.

El teólogo norteamericano, Charles Rozell Swindol, lo expresa en los siguientes términos:

“Cristo nos ha provisto una gloriosa libertad de la maldición de la ley. Cristo trajo libertad de la constante obligación que significaba agradar a Dios y a las personas. Significa libertad del temor a ser condenados por Dios, como también, del temor de una conciencia acusadora. Es libertad frente a las exigencias de las demás personas, libertad de todos los deberías hacer esto y no deberías hacer aquello, que generalmente nos imponen si lo permitimos.”

Con esa plena confianza, podemos decir como el apóstol Pablo:

«En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida.» (2 Timoteo 4: 8 | NBLA)

Lo que nos ha vendido por años el legalismo cristiano y religioso, es la imagen de un Dios castigador. Y es cierto, Él es juez. Sin embargo, en lo que no se ha enfatizado es en el atributo de amor que rodea a nuestro Dios y Salvador.

Es el amor infinito que nos tiene, el que nos ofrece una nueva oportunidad y debemos movernos en esa dirección, apropiándonos de Su gracia.

Si no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Tome una decisión que marcará la diferencia por la eternidad.


PALABRAS Y FRASES PARA COMPLETAR


A continuación, encontrará las palabras y frases que son necesarias para llenar los espacios vacíos que aparecen en la Lección de hoy:

CINCO CARACTERÍSTICAS DE DIOS COMO JUEZ

1.- Sabe todo.

2.- Autoridad

3.- Bueno y Justo

4.- Corazón

5.- Poder


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¿Por qué es necesario el arrepentimiento para apropiarnos de la gracia?


Lección 5 | Curso Fundamentos de la Gracia


El crecimiento de la corriente del humanismo alimentado con ingredientes como la autoayuda y la motivación para superación, justifica y en algunos casos legitima los pecados del ser humano. Se le atribuye a la falibilidad de todas las personas, proclives a fallar, con lo cual se procura acallar la conciencia. Y, de hecho, lo logran.

En una sociedad en la que prevalecen los antivalores y el humanismo parece una corriente apropiada e, incluso, inspiradora, se enfatiza en lo que usted y yo hacemos por Dios, y no en lo que Dios hace por nosotros.

No se trata, por supuesto, de algo nuevo. Por el contrario, esta línea de pensamiento y de comportamiento está presente desde el comienzo de la humanidad.

Le animamos a leer un registro que lo demuestra y que podrá leer en Génesis 11:1-4. ¿Qué enseñanza trae a su vida?

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Una propuesta ingeniosa, sin duda. Sin embargo, todo cuanto hace el género humano marginando a Dios de su vida, termina en fracaso. Dios es soberano y tiene el poder para obrar conforme a Su voluntad. ¿Cuál fue la decisión del Señor, tal como la leemos en Génesis 11:5-9?

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Infinidad de personas al igual que los habitantes de Sinar, andan detrás del posicionamiento, de ser reconocidos e, incluso, de exponer su espiritualidad a partir de una vida piadosa externa, es decir, que todos puedan ver y admirar.

El teólogo norteamericano, Charles Rozell Swindoll, comparte su apreciación que cobra particular vigencia hoy:

“La humanidad no aprendió la lección que Dios quería enseñarles en Babel. En lugar de eso, parece que hemos restaurado y vuelto a entronizar lo que Dios se proponía corregir. Por eso, Dios se inclina y nos dice: “Jamás lo lograrás” A pesar de eso, las modernas torres de Babel que levanta el género humano, siguen avanzando. Un evangelio de obras, un feroz asesinato de la gracia.”

Cuando nos esforzamos por exaltar nuestro sacrificio y logros, estamos desestimando la gracia de Dios. Jamás olvide que, gratuitamente, la justificación es el acto soberano de Dios por el cual declara justo al pecador  que ha creído, a pesar de que continúa en un estado pecaminoso.

Por supuesto, es esencial que depositemos toda nuestra confianza en Dios y nos apropiemos de Su gracia, como enseñan las Escrituras en Romanos 4:1-5. ¿Cómo lo aplicaría a su vida?

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El teólogo norteamericano, Charles Rozell Swindoll, precisa lo siguiente:

“En realidad, el individuo que vive moralmente y se esfuerza en ello, no está en mejores condiciones de merecer el favor de Dios que aquél que ha hecho de su vida un desastre total y vive en constante desobediencia moral. Todo aquél que desee ser justificado eternamente debe llegar a Dios de la misma forma con base en la gracia; la justificación es un regalo y ese regalo nos llega en forma totalmente gratuita.”.

Desde esta perspectiva, que es aterrizada, todos –absolutamente todos–, somos pecadores. No hay forma de escapar del juicio, de ahí la importancia de la gracia.

ES NECESARIO EL ARREPENTIMIENTO

En tanto creamos que no solos pecadores, no contemplaremos siquiera la posibilidad de arrepentirnos. Será el orgullo el que gobierne el corazón y siempre estaremos culpando a los demás.

Cuando el patriarca Job llegó a entender la grandeza de Dios y Su misericordia, escribió en Job 42:4-6. ¿Diría usted lo mismo que él y por qué motivos?

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El arrepentimiento fue el motor que alimentó al rey David para que escribiera los Salmos 32 y 51.

Y, en el Nuevo Testamento, es un tema recurrente. Juan el Bautista hizo énfasis en el asunto, como leemos en el evangelio de Mateo:

Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3: 2 | NBLA)

El arrepentimiento es un paso fundamental para todos aquellos que reconocen la necesidad de volver la mirada y el corazón a Dios, como leemos en Mateo 9:13; Lucas 24: 47; Hechos 20: 21. Lea los pasajes y compártanos sus apreciaciones:

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Una apreciación del apóstol Pablo, que resulta valiosa, es reconocer el arrepentimiento como un don que viene de Dios.Por favor estudie 2 Timoteo 2: 24-26. Sus conclusiones son valiosas para los realizadores del Curso Fundamentos de la Gracia.

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Aquí cabe recordar lo que enseña el pastor de pensamiento reformado, William Swan Plumer (1802-1880):

El verdadero arrepentimiento es una misericordia especial de Dios. Él la da. No procede de ningún otro. Es imposible que la pobre naturaleza que ha caído tan bajo se recupere por sus propias fuerzas como para que realmente se arrepienta. El corazón está aferrado a sus propios caminos y justifica sus propios caminos pecadores con una tenacidad incurable hasta que la gracia divina ejecuta el cambio. Ninguna motivación hacia el bien es lo suficientemente poderosa como para vencer la depravación del corazón natural del hombre. Si hemos de obtener su gracia, tiene que ser por medio del gran amor de Dios hacia los hombres que perecen.”

Probablemente usted reconoce que ha pecado. El Señor está moviendo su corazón al arrepentimiento. Es el umbral para apropiarnos de la gracia divina. Recuerde que muchas personas están inmersas en una vida pecaminosa y no quieren volverse de esa condición. Afortunadamente usted sí.

Ahora, de acuerdo con las Escrituras, el arrepentimiento comparte las dos características: es un don, pero a la vez, un mandato de Dios, como enseñó el apóstol Pablo a una nutrida concurrencia en Atenas, tal como leemos en Hechos 17:29-31. Escriba aquí sus conclusiones:

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Retomamos nuevamente las apreciaciones del pastor reformado, William Swan Plumer (1802-1880):

La base del mandato radica en que todos los hombres en todas partes son pecadores. Nuestro bendito Salvador no tenía pecado, y por supuesto, no podía arrepentirse. Salvo esa sola excepción, desde la Caída no ha habido ni una persona justa que no necesitara el arrepentimiento. Y no hay nadie más digno de lástima que el pobre iluso que no ve nada en su corazón y su vida por lo que debe arrepentirse.

En esa dirección, es evidente que el arrepentimiento para vivir a plenitud en la gracia de Dios, opera en nuestro corazón por el Espíritu Santo y la palabra de Dios. Es lo que les permite a las personas ver la realidad y las consecuencias de su pecaminosidad y vislumbrar la misericordia de Dios en Cristo para aquellos que se han arrepentido, se afligen por sus pecados y se apartan. No es un sentimiento momentáneo.

Quien realmente se arrepiente de sus pecados, está afligido por lo dañino y que—además—le separa del Señor, pero aquel cuyo arrepentimiento es falso, está preocupado esencialmente por las consecuencias.

Su día para emprender una nueva vida es hoy. Aprópiese de la gracia de Dios por fe. Esa gracia es para usted y todos aquellos que se arrepientan de corazón.


© Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica de Fe y Gracia


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