¿Cuál es la idea que usted tiene de Dios?

Perdemos el tiempo pretendiendo imaginar como es Dios. Se le puede conocer cuando desarrollamos intimidad con Él, en oración y mediante el estudio de las Escrituras. Nuestro Padre celestial se revela a todos aquellos que le buscan.


Un equipo de psicólogos de la Universidad de North Carolina en Estados Unidos logró reconstruir en el 2018, mediante una nueva tecnología, lo que los estadounidenses creen que es el rostro de Dios.

Para esto, los investigadores le mostraron a un grupo de 511 cristianos cientos de rostros al azar. A los participantes se les preguntó qué rostro se acercaba más a lo que ellos imaginaban que era la cara de Dios.

Las imágenes seleccionadas fueron entonces fusionadas para crear un rostro final, lo que representaría un promedio de cómo los estadounidenses se imaginan a Dios.

Contrario a las imágenes más comunes de Dios como un ser mayor y sabio, muchos cristianos estadounidenses veían a Dios como alguien más femenino y joven. 

De acuerdo a la investigación, las personas imaginan a un Dios similar a ellos mismos, por ejemplo, las personas mayores veían a un Dios más envejecido, los jóvenes imaginaban a un Dios joven, los afroamericanos veían a Dios con facciones afroamericanas. De la misma forma, las personas más atractivas también veían a Dios como alguien más atractivo.

NUESTRA PROPIA IMAGEN DE DIOS

Resulta curiosa esta nota que se derivó de un estudio de varios científicos y de la imagen que, conforme a la opinión de numerosas personas, consideraban tenía el rostro del Creador.

De hecho, cada persona tiene su propia apreciación de cómo es el Señor, en gran medida bajo la influencia que tuvieron de su padre terrenal. Unos lo conciben bonachón, y otros un tirano, ocupado únicamente en ver nuestros errores para de, inmediato, imponer castigos.

A estos equívocos ha contribuido la religiosidad, que vende la imagen de un Dios lleno de ira y con ánimo de destruir a quien se opone a sus preceptos.

LA BIBLIA REVELA A DIOS

A diferencia de nuestras concepciones imaginarias, Dios se nos revela en las Escrituras, que enseñan que es:

1.- Fuerte, poderoso y el Creador (Génesis 1: 1; Éxodo 20: 2; Daniel 9: 4)

2.- Gobernante todopoderoso (Isaías 6: 1; Salmo 35: 23)

3.- Fuente de bendiciones y bienestar (Éxodo 6: 3; Salmo 91: 1)

4.- Fiel al pacto y la gracia (Éxodo 15: 2, 3; Oseas 12: 5, 6)

5.- Es nuestro Padre (Deuteronomio 32: 6; Isaías 63: 16; Jeremías 31: 9; Malaquías 2: 10)

6.- Un Padre al que podemos dirigirnos (Mateo 6: 9; Marcos 14: 36; Romanos 8: 15; Gálatas 4: 6)

7.- Creador (Génesis 1: 1; Salmo 24: 1, 2)

8.- Sustentador del mundo (Hebreos 1: 3)

9.- Redentor y Salvador (Deuteronomio 5: 6; 2 Corintios 5: 19)

No es un Dios impersonal, por el contrario, es muy cercano a nosotros. Por la obra redentora de Jesús en la cruz, perdona nuestros pecados y nos asegura la vida eterna. Es la manifestación de la gracia divina.

DIOS ES CERCANO A NOSOTROS

Dios nos ama, es cercano a nuestras necesidades, escucha nuestras oraciones y está dispuesto a perdonarnos. Con fundamento en las Escrituras, miremos otros atributos maravillosos del Creador:

1.- Nos perdona los pecados (Éxodo34: 7)

2.- Es eterno (Salmo 90:2; 1 Timoteo 1: 17; Apocalipsis 1: 8)

3.- Sabe todas las cosas (Job 37: 16; Salmo 139:1-18)

4.- Conoce el principio y fin de todas las cosas (Isaías 46: 9-11)

5.- Para Él no hay nada imposible (Daniel 4: 17, 25, 35; Mateo 19: 26; Apocalipsis 19: 6)

6.- Es amor y nos ama (Romanos 5: 8)

7.- Nos extiende su gracia (Romanos 3: 24)

8.- Nos extiende Su misericordia (Salmo 145: 9)

9.- Es paciente (2 Pedro 3: 15)

10.- Es justo (Esdras 9: 15, Juan 17: 25)

11.- Está presente en todo lugar (Salmo 139:7-12; Hebreos 4. 13)

12.- Hace predicciones (Isaías 46: 10)

13.- Hace planes (Isaías 46: 11)

14.- Nos da promesas (Deuteronomio 15: 6; 2 Pedro 3: 9)

15.- Cumple soberanamente Su voluntad (Daniel 4: 35)

Una valoración somera de quién es el Padre celestial, nos muestra que es cercano a todos nosotros. Su amor es ilimitado, de tal manera que siempre nos extiende su misericordia en respuesta a un arrepentimiento sincero.

ACERCARNOS A DIOS

Antes que procurar saber cómo es la imagen ideal de Dios, debemos conocerlo a través de la Palabra y de la oración, atendiendo la invitación que nos hace:

“Clama a Mí, y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces” (Jeremías 33: 3 | NBLA)

Y, también, cabe recordar al apóstol Santiago cuando escribe:

«Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo[a], purifiquen sus corazones. » (Santiago 4: 8 | NBLA)

Cualquiera sea la situación que enfrente hoy, vuelva su mirada a Dios. Es nuestro Padre, nos ama y nos ofrece siempre una nueva oportunidad. Es Su gracia ilimitada que espera por nosotros.

SALVOS POR GRACIA

Algo maravilloso que poco se predica desde los púlpitos, es la gracia de Dios. Por la muerte de Jesús en la cruz, Él nos perdonó los pecados y nos adoptó como hijos.

El teólogo norteamericano, Ronald Maccune, lo definió en los siguientes términos:

“La adopción de Dios es un regalo inigualable que transforma nuestras vidas. Nos libera de la carga del legalismo, empodera nuestro viaje a través del Espíritu Santo y nos asegura una herencia compartida con Cristo mismo. La adopción no es un mero concepto, es una realidad profunda que nos da el privilegio de ser llamados “hijos de Dios”.

La gracia divina está a nuestra disposición. Pero Dios no nos obliga. Es necesario que nos apropiemos de esa gracia, por fe. Los resultados son maravillosos, cuando nos acogemos a Su amor salvador, como anota Maccune:

“Primero, reconozcamos que somos amados y aceptados por Dios, no por nuestras obras, sino por su gracia. Dejemos de esforzarnos en vano para ganar su favor y, en su lugar, confiemos en su amor incondicional, la libertad que ahora es nuestra, el poder del Espíritu de Dios con que el podemos vivir la vida y la herencia garantizada que ya se nos ha concedido por ser miembros de su familia. Vivamos bajo la guía del Espíritu Santo. Permitamos que nos recuerde constantemente nuestra identidad como hijos de Dios y que nos capacite para vivir vidas que honren al Padre celestial.”

Es fundamental que abracemos nuestra posición como hijos de Dios. Que esta realidad transforme cada aspecto de nuestra vida y compartamos la buena nueva de la adopción de Dios a quienes permanecen en esclavitud.

Compartamos esta verdad con un mundo sumido en tinieblas, un mundo de huérfanos desamparados que necesitan desesperadamente al Padre.

Este es el momento oportuno para abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo y apropiarnos de la gracia salvadora.


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¿Tiene sentido nuestra vida?

Puede que esté enfrentando hoy profundas crisis. Considera que se encuentra al borde de un abismo o quizá, al final de una encrucijada. No sabe qué hacer. Inclusive, ha pensado en el suicidio. ¿Qué hacer? Compartimos con usted una enseñanza transformadora, en la que Dios es quien trae sentido y propósito a su existencia.

Puede que esté enfrentando hoy profundas crisis. Considera que se encuentra al borde de un abismo o quizá, al final de una encrucijada. No sabe qué hacer. Estudio Bíblico.


Uno de los más recientes informes de la Organización de las Naciones Unidas encendió las señales de alarma al advertir sobre el incremento en las tasas de suicidios. A través de la Organización Panamericana de Salud reconoce que el volumen de quienes se quitan anualmente la vida en América Latina, raya los 100 mil casos.

Alrededor del 70% son hombres y un 30% mujeres. Uno de los detonantes fue la pandemia de Covid 19.

En la revista médica The Lancet un nuevo estudio destaca la importancia de tener en cuenta los determinantes sociales del suicidio, de acuerdo con el sexo de las personas, para desarrollar planes de reducción del riesgo y estrategias preventivas adecuadas. El asunto es prioritario.

Hay múltiples desencadenantes: el consumo de alcohol y otras sustancias, la desigualdad educativa, estados depresivos, una auto estima afectada e, incluso, un alto número de personas que consideren que su vida no tiene sentido.

LIBRES DE LA ESCLAVITUD

Omar Bin Omran, desapareció sin dejar rastro en 1997, cuando tenía 17 años. Para aquella época, Argelia atravesaba una guerra civil, hecho histórico que trajo consigo un espiral de violencia entre el gobierno y diferentes grupos islamistas.

Como consecuencia del panorama nacional, la familia de Omar creyó que había sido una más de las víctimas del conflicto. La historia tendría su desenlace 27 años después, cuando el joven fuera encontrado en el sótano de su vecino a la edad de 45 años. Su rescate se produjo el 17 de mayo de 2024.

Lo hallaron bajo un pajar, a tan solo 200 metros del lugar en el que originalmente desapareció. El sospechoso es un hombre de 61 años que intentó huir, sin embargo, fue inmovilizado, arrestado y actualmente se encuentra bajo investigación.

Omar dijo a las autoridades que, a pesar de que en diversas ocasiones había visto a su familia desde el lugar en el que se encontraba en cautiverio, no se atrevió a pedir ayuda ya que su secuestrador lo había convencido de que “se encontraba bajo un hechizo mágico”. Su falleció en el año 2013, sin saber que su hijo en realidad se encontraba vivo.

LIBRES DEL ENGAÑO

Por muchos años Satanás nos ha mantenido atados al engaño, como ocurría con el secuestrador de Omar Bin Omran. Nos ha venido la idea de que nuestra vida no tiene sentido y nos hemos creído sus mentiras.

Nuestro Salvador Jesucristo compartió una maravillosa enseñanza de la que debemos apropiarnos hoy:

“Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: «Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». Ellos le contestaron: «Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: “Serán libres”?». Jesús les respondió: «En verdad les digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. Sé que ustedes son descendientes de Abraham; y sin embargo, me quieren matar porque Mi palabra no tiene aceptación en ustedes. Yo hablo lo que he visto con Mi Padre; ustedes, entonces, hacen también lo que oyeron de su padre». (Juan 8:31-38 | NBLA)

Los judíos proclamaban ser poseedores de la verdad, como nos ocurre como consecuencia del orgullo y el deseo de hacer las cosas a nuestra manera. Pese a ello, nos mantenemos atados al pecado, bajo el engaño del adversario espiritual. Quien nos hace libres, rompiendo las cadenas, es Jesús. No es porque lo merezcamos, sino porque nos ama. Es decir, por gracia. Una demostración del amor divino por los pecadores, a quienes desea libertar.

En ese orden de ideas, una de las ideas satánicas que debemos desechar, es la que nos lleva a pensar que nuestra existencia no tiene ni sentido ni propósito.

Al escribir a los creyentes del primer siglo, el apóstol Pedro explica:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes… Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo.” (1 Pedro 1:3, 4, 18, 19 | NBLA)

La gracia es un favor inmerecido de Dios. Nos permite ser salvos y tener vida eterna en Jesucristo. Todos tenemos fallas y deficiencias, y nadie puede decir realmente que ha vivido una vida tal que le haga merecer el favor inmerecido de Dios. Su gracia no se basa en nada que podamos hacer:

«Y, si es por gracia, ya no es por obras; porque en tal caso la gracia ya no sería gracia.» (Romanos 11: 6).

Su vida sí tiene sentido y, quien le da ese sentido y propósito, es Dios mismo. Desarrollar intimidad con Él, en el caminar diario.

VIVIMOS Y SOMOS DE DIOS Y PARA DIOS

Usted no es un accidente del universo. Tampoco, fruto de la improvisación. Vive porque así lo dispuso Dios, luego hay un sentido y propósito para su ser. El apóstol Pablo lo explica en los siguientes términos:

“Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Porque para esto Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos.” (Romanos 14: 7-9 | NBLA)

El reformador, Juan Calvino (1509-1564) escribió unas palabras alentadoras:

“No nos pertenecemos, así que no establezcamos como meta buscar lo que más nos conviene… No nos pertenecemos, así es que olvidémonos de nosotros mismos y de todo lo que consideramos nuestra, tanto como nos sea posible. Por el contrario, le pertenecemos a Dios, por tanto, vivamos para Él y muramos por Él. Le pertenecemos a Dios: permitamos que entonces que Su sabiduría y Su voluntad gobiernen nuestras acciones.”

Nuestro Padre no está improvisando. Tiene pleno control de todo el universo. Cuando nos rendimos a Él, nos guía por el camino apropiado, para cumplir ese propósito maravilloso y realizador con el que nos creó.

El escritor y teólogo, Timothy Keller (1950-2023), anotó lo siguiente:

“El motivo básico por el que Dios envió a Su Hijo Jesús para salvarnos, es por gracia y para adoptarnos en Su familia. Así que ahora debido a esa gracia, por gratitud, queremos parecernos a nuestro Padre. Queremos parecernos a nuestra familia. Queremos vernos como nuestro Salvador… no debe haber ninguna parte de nuestra vida que no le hayamos entregado. Debemos entregarnos por completo, en cuerpo y alma. Significa que confiamos en Dios en la abundancia y en la escasez, en los tiempos buenos y en los tiempos malos, en la vida y en la muerte.”

Si hay un propósito con el que nos creó el Señor y nos alineamos con ese propósito, estaremos dando pasos sólidos hacia la realización plena. Eso no significa que no saldrán al paso dificultades. Por supuesto que sí, porque el enemigo querrá ponernos tropiezo. Pero por la gracia y el poder de Jesucristo, somos más que vencedores.

EN DIOS HAY SENTIDO Y PROPÓSITO

Sin Dios, nuestra vida es vacía. Eso explica a millares de personas buscando experiencias religiosas e, incluso, cayendo en terribles errores.

En Dios hay transformación y crecimiento. Responde a todos nuestros interrogantes y llena esos vacíos que nos asisten y que, quizá, nos llevan a la desesperanza. Así lo describe el salmista:

“Inclina, oh Señor, Tu oído y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado. Guarda mi alma, pues soy piadoso; tú eres mi Dios; salva a Tu siervo que en Ti confía. Ten piedad de mí, oh Señor, porque a Ti clamo todo el día. Alegra el alma de Tu siervo, porque a Ti, oh Señor, elevo mi alma. Pues Tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan. Escucha, oh Señor, mi oración, y atiende a la voz de mis súplicas. En el día de la angustia te invocaré, porque Tú me responderás. Enséñame, oh Señor, Tu camino; andaré en Tu verdad; unifica mi corazón para que tema Tu nombre.” (Salmo 86:1-7, 11 | NBLA)

El teólogo canadiense, Donald Arthur Carson, considera que tener una experiencia personal con Dios, nos permite conocer vislumbres de Su grandeza, que impacta nuestra vida:

“… estamos hablando del Dios de la Biblia, y el Dios de la Biblia se define a sí mismo. Él nos dice que es eterno y justo. Él es Dios de amor. Él es Dios trascendente; es decir, está por encima del espacio, del tiempo y de la historia. Sin embargo, Él es Dios inmanente, es decir, está tan cerca de nosotros que no podemos escapar de Él. Está en todo lugar. Es inmutable. Es confiable. Es personal.”

En su vida hay un vacío que solamente Dios puede llenar. Y Él quiere hacerlo, por gracia. No porque usted lo merezca.

ES HORA DE EMPEZAR UNA NUEVA VIDA

Desconocemos cómo es su vida hoy. Probablemente enfrenta dificultades o le asalta la sensación de que no vale la pena vivir. Quizá muchas veces ha pensado en quitarse la vida. El suicidio es una posibilidad que acaricia con frecuencia.

En medio de este laberinto sin salida en el que se han convertido sus días, hay esperanza. Está en Dios. Él desea ayudarle, ofrecerle una salida a la encrucijada. No es porque usted lo merezca, ya que sus pecados lo separan de Él. Es por gracia, porque Dios le ama.

Jesucristo murió por sus pecados en la cruz. Perdonó sus pecados y le asegura, no solamente una vida con sentido y propósito, sino también, la vida eterna. Ábrale hoy las puertas de su corazón. Es la mejor decisión que pueda tomar.

© Fernando Alexis Jiménez

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Un papel en el suelo lo llevó a ser salvo

Nuestra mayor equívoco es creer que somos salvos por las obras y el esfuerzo que se derivan de la religiosidad. Al hacerlo, desestimamos que es por la gracia de Dios.

Nuestra mayor equívoco es creer que somos salvos por las obras y el esfuerzo que se derivan de la religiosidad. Al hacerlo, desestimamos que es por la gracia de Dios.


Era colorido, pequeño, con letras grandes y dibujos. Iba de prisa, pero no pudo escapar de la curiosidad. Hacía calor en Cali y, si algo deseaba, era llegar al restaurante. Debía aprovechar cada minuto, antes de regresar a la oficina. Lo recogió y guardó en su bolsillo. Seguir leyendo «Un papel en el suelo lo llevó a ser salvo»

7 obstáculos para crecer en la vida cristiana

Cuando nos arrepentimos de los pecados y nos acogemos a la gracia de Dios, entramos en una nueva dimensión: Somos justificados gratuitamente y quedamos unidos al Señor Jesucristo.


La vida cristiana reviste singular importancia. Determina una transformación en nuestra forma de pensar y de actuar. Y, por supuesto, tiene consecuencias para la eternidad. ¿Cambiamos en nuestras fuerzas? En absoluto. Todo es producto de la Gracia de Dios que, en respuesta a nuestro arrepentimiento sincero, perdona los pecados y nos ofrece una nueva oportunidad. El pago del pecado ya lo realizó nuestro amado Salvador Jesucristo en la cruz.

El autor cristiano, Edwin Luis Cole, escribió:

“La justicia se origina en la cruz. El arrepentimiento es el punto fundamental entre la rebelión y la reconciliación, y guía a la justicia. Jesús no nos proveyó con fórmulas de auto ayuda, sino con la vieja cruz de madera. Allí donde Él murió y nos redimió, está la salvación.”

Producto de nuestros pecados, el destino inevitable era la condenación eterna. Por supuesto, cuando estamos inmersos en una vida de equívocos, no queremos admitirlo. Pero es real. Distantes de Dios, pasaremos la eternidad en oscuridad.

¿QUÉ MARCÓ LA DIFERENCIA?

Lo que marcó la diferencia, fue la muerte de Cristo Jesús. Su sacrificio en el Gólgota nos salvó.

Alrededor de esa obra maravillosa, la Palabra enseña:

“La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús, a quien Dios puso como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre. Esto lo hizo Dios para manifestar su justicia, pues en su paciencia ha pasado por alto los pecados pasados, para manifestar su justicia en este tiempo, a fin de que él sea el justo y, al mismo tiempo, el que justifica al que tiene fe en Jesús.” (Romanos 3:22-26 | RVC)

Le animo a leer este pasaje detenidamente. Impactará su existencia y puede constituirse en una frontera entre el antes y el después en su existencia.

PERDONADOS POR GRACIA DE DIOS

¿Y qué si su cúmulo de pecados son enormes, desde que tiene conciencia? Son perdonados. El Padre le ve como alguien justo, cuando reconoce sus pecados y se apropia de Su gracia.

Al término de una charla, una joven universitaria se acercó para expresar su incredulidad: “¿Podría Dios perdonarme, con mi vida de pecado, con todo lo que he vivido?”. La respuesta fue: sí. Otro joven me refería: “Para financiar el consumo de drogas, robaba a mis padres. No me echaron de casa, porque me amaban. Pero llegó un momento en el que escondían todas las cosas de valor. ¿Me perdonaría Dios, con todo y lo malo que hice?” Igualmente le respondí que sí.

Pero hay un hecho fundamental: debemos creer. Es un asunto de fe, no de obras. Si fuera por obras, pronto estaríamos derrotados ya que, generalmente, no perseveramos en los buenos propósitos.


Cuando nos arrepentimos de los pecados y nos acogemos a la gracia de Dios, entramos en una nueva dimensión: Somos justificados gratuitamente y quedamos unidos al Señor Jesucristo.


NO ESCUCHE LAS VOCES DE CONDENACIÓN

El perdón de Dios por la gracia de Dios, es algo maravilloso. Y debemos reconocerlo: para muchas personas resulta incomprensible. Pero es real.

El apóstol Pablo escribió:

«Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.» (Romanos 8: 1, 2 | RVC)

Cuando nos arrepentimos de los pecados y nos acogemos a la gracia de Dios, entramos en una nueva dimensión: Somos justificados gratuitamente y quedamos unidos al Señor Jesucristo.

Sin embargo, quien no se queda quieto, es nuestro adversario espiritual, Satanás. Nos cuestionará una y otra vez. Procurará sembrarnos dudas. Pero no debemos escucharlo. Bajo ninguna circunstancia debemos permitir que nos robe el gozo de la salvación.

Permítame citar nuevamente a Edwin Luis Cole, cuando anota:

“Traiga sus pecados al Calvario y cámbielos por la justicia de Cristo. Traiga sus ideas, motivaciones y metas a la cruz y cámbielos por el único plan para el cual Dios lo creó y que sólo Él puede llevar a cabo.  Pero, por supuesto, morir a la carne no es fácil. La rendición no viene naturalmente. La humildad es dura frente a nuestro orgullo.”

El apóstol Pablo fue contundente al escribir:

“Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie.” (Efesios 2: 8, 9 | RVC)

Muchas corrientes religiosas y aún el adversario espiritual querrán convencerlo de las obras como mecanismo para ser salvo. Y una vez falle, caerán sobre usted para condenarlo de nuevo. Es el juego equivocado en el que no podemos caer.

LOS OBSTÁCULOS PARA CRECER EN LA VIDA CRISTIAN

Una vez tenemos claro que la salvación es por gracia y no por obras, es necesario evaluar al menos siete factores que se constituyen en barreras para experimentar crecimiento en la vida cristiana:

  • Falta de disposición para reconocer que hemos pecado.
  • Incapacidad deliberada para asumir nuevos principios de vida, conforme a la voluntad de Dios.
  • Resistencia a la reprensión y la corrección.
  • Negación frente a la realidad de las consecuencias de una vida sujeta a la pecaminosidad.
  • Negación frente al valor de la gracia de Dios, que nos perdona y ofrece una nueva vida.
  • Sujetarnos nuevamente a los estándares del mundo, desestimando la nueva vida en Cristo Jesús.
  • No depender de Dios para vencer las tentaciones.

Le animamos a revisar cuidadosamente cada uno de estos obstáculos. Probablemente usted los enfrenta. ¿Qué hacer? Volvernos a Dios en procura de su guía, acompañamiento y fortaleza.

Si algo podemos asegurarle es que, apropiándonos de la gracia, viviendo en ella y dependiendo de nuestro Padre eterno, no solamente avanzaremos victoriosos en la vida cristiana, sino que experimentaremos crecimiento permanente. Hoy es el día para tomar la decisión. 

© Fernando Alexis Jiménez

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