Necesidades básicas de los cónyuges

Es hora de mantenernos alerta frente a la tentación del adulterio que destruye familias.

Algo que debemos considerar y que resulta preocupante, es que hoy día muchos cristianos están cayendo en el adulterio. Las principales batallas contra los principios y valores se libran en la mente. Esas batallas por momentos pueden tornarse constantes.


Cuando nos unimos en matrimonio, el paso que damos no tiene un carácter transitorio. Como lo leemos en las Escrituras, es para siempre. Renunciar ante el primer tropiezo, no honra ni glorifica a Dios. Por el contrario, afrenta al Padre celestial. Él fue quien creó esa sagrada institución. Seguir leyendo «Necesidades básicas de los cónyuges»

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Concluimos el Curso Familias afirmadas en Cristo, impartido desde la Academia Bíblica de Fe y Gracia. Y para que usted pueda repasar las enseñanzas y, aún, impartir las enseñanzas en la comunidad de creyentes donde lidera o ministra, ponemos a su disposición la Guía de Estudio.

Los materiales fueron preparados por el licenciado y autor cristiano, Fernando Alexis Jiménez, quien se encuentra al frente del Instituto Bíblico Ministerial y de la Academia de la Gracia.

En las diferentes Lecciones se abordan temas de tanto interés como los fundamentos para la unidad en el matrimonio, la necesidad de volver a los orígenes bíblicos  de la institución familiar, el modelo del Padre celestial para un hogar, pautas prácticas pero eficaces para resolver conflictos de pareja y con los hijos, el manejo de las finanzas en casa, la importancia de cambiar con el cónyuge y con los hijos, la importancia del perdón en las relaciones y de qué podemos frenar cualquier amenaza de inmoralidad que destruye nuestras vidas y a la familia.

Estamos seguros que este Curso y la guía que podrá descargar, traerá pautas de enriquecimiento a nivel personal, espiritual y, por supuesto familiar. Y algo más: tras leerlo, querrá compartirlo con otras personas. Siéntase en libertad de hacerlo.

Fernando Alexis Jiménez es pastor oficial ordenado y, actualmente, se encuentra al frente del ministerio Misión Edificando Familias Sólidas. Es realizador de radio y del programa Vida Familiar que se transmite en varias estaciones y está actualmente en más de veinte plataformas de Podcast. Su formación secular es la de periodista profesional y, a nivel eclesial, cursó la Licenciatura en Teología y una especialización en Consejería Familiar.

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GUÍA DE ESTUDIO CURSO FAMILIAS AFIRMADAS EN CRISTO

La importancia del perdón en la vida familiar

Uno de los temas más complejos al interior de la familia, sobre todo cuando ha habido dificultades, es el perdón al cónyuge, los hijos y desde los hijos hacia los padres. Hay heridas emocionales que deben ser sanadas en nuestro mundo interior.

Conclusión del Curso Familias afirmadas en Cristo


Uno de los temas más complejos al interior de la familia, sobre todo cuando ha habido dificultades, es el perdón al cónyuge, los hijos y desde los hijos hacia los padres. Hay heridas emocionales que deben ser sanadas en nuestro mundo interior.

“Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal”.  Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Y cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al fuego del infierno. Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5: 21-24 | NVI)

Es fundamental que resolvamos los conflictos, incluyéndola necesidad de perdonar. No podemos actuar como el común de las personas por que, si algo nos distingue, es que somos discípulos de Señor Jesús.

Tenga en cuenta:

  • Huir de los problemas no cambia las cosas, las agrava.
  • Pelear por el mismo problema no cambia las cosas, las agrava.
  • Acusar a otra persona por los problemas que enfrentamos, no lleva a ninguna parte.
  • No reconocer nuestros errores afecta las relaciones.
  • Darse por vencido es destructivo.
  • Vengarse aviva las heridas.
  • El mejor camino para una sana convivencia, es aprender a comunicarnos con ayuda de Dios.

Perdonar es un paso fundamental para afianzar la relación familiar. Por ese motivo no quisimos terminar este espacio, sin antes aludir a entregar en manos del Señor todo aquello que nos mortifica. Él sana el dolor que, quizá, hemos arrastrado a cuestas durante años.

Un cónclave de psicólogos reunidos en México llegó a la siguiente conclusión que consignaron en una declaración:

“Perdonar a los otros -padres, hijos, hermanos, pareja, amigos, o cualquier persona relacionada con nosotros-, resulta fundamental para nuestra paz interior y nos ofrece la oportunidad de sanar, tanto internamente como en nuestras relaciones. En el proceso del perdón hacia los demás –concluyó, es importante aceptar a las personas como son. Abandonar las expectativas que hemos puesto en quienes nos rodean. Considerar que las personas perciben diferente de acuerdo con sus valores, creencias, normas y/o experiencias. Y comprender que nadie siente, piensa o actúa de igual manera que el otro.”

El perdón es fundamental, el eje central para tener paz interior y poder desarrollar relaciones enriquecedoras con otras personas.

El Señor nos muestra, en oración, qué cosas debemos perdonar. Si vivimos esta experiencia, que es maravillosa, por cada aspecto que Él nos muestre, debemos pedir perdón y perdonar.

Jamás olvide que el Padre creó la institución familiar y es Él quien nos ayuda a fortalecer las relaciones.

Fernando Alexis Jiménez

Director – Academia Bíblica Fe y Gracia

Cuídese de la inmoralidad en la vida familiar

Debemos cuidarnos del adulterio. Vencemos la tentación de la mano del Señor Jesucristo.

Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia


El matrimonio y en general la familia constituye un entorno en el que no podemos abrir espacios a la inmoralidad. La intimidad en la relación con el cónyuge es parte de lo que se espera de nosotros, como seres humanos con integridad al interior de un hogar.

En la Palabra leemos una valiosa recomendación del apóstol Pablo:

“Paso ahora a los asuntos que me plantearon por escrito: «Es mejor no tener relaciones sexuales». Pero, en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo.  La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio.” (1 Corintios 7: 1-5 | NVI)

También cabe aquí mencionar otra enseñanza que compartió con los creyentes de Éfeso, en el primer siglo:

“Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.” (Efesios 5: 21 | NVI)  

Una primera conclusión se orienta a tener claro que la vida sexual en la pareja tiene un alto componente espiritual. No tiene sentido tratar de desligar el asunto de nuestra fe en Dios.

NO ABRIR PUERTAS

No podemos dar lugar a la pornografía, ni tampoco a las fantasías lujuriosas, aunque la psicología moderna la considera algo natural. El apóstol Pablo es claro al advertir:

“Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales.”(Hebreos 13: 4 | NVI)

La relación de pareja debe ser consensuada, sin abrir puertas a aquello que despierta vergüenza porque, sabemos, encierra algo pecaminoso.

Tampoco se puede violentar la voluntad del esposo o de la esposa. Si a uno de los dos le parece que un acto que pudieran realizar no es apropiado, el asunto debe someterse a revisión, en el marco del diálogo.

Neil T. Ánderson, autor y conferencista de renombre, escribe:

“La opresión sexual destruye muchos matrimonios, y el origen del problema por lo general puede deberse a la pornografía, la promiscuidad, el incesto y la violación antes del matrimonio. Casarse no resolverá el asunto. En muchos casos el problema se acentúa.”

Es necesario cuidar a la familia, comenzando por la relación con el cónyuge. Una forma de hacerlo es caminando de la mano del Señor y atesorando en nuestro corazón los principios y valores que aprendemos en la Biblia.

UNA VÍA DE ESCAPE

Es en Dios en quien encontramos una vía de escape cuando la vida conyugal atraviesa por crisis, particularmente en el ámbito sexual. También cuando vienen tentaciones que ponen en riesgo la relación.

¿Por qué motivo? Porque quizá estamos frente a la inmoralidad que destruye, inmoralidad que quizá se está abriendo puerta en el hogar. La primera manifestación son las batallas mentales, batallas que podemos vencer si permitimos que Cristo gobierne nuestros pensamientos.

CAMINO A LA LIBERTAD DE LA INMORALIDAD

¿Qué deberíamos hacer cuando tomamos conciencia de que hemos abierto alguna puerta a la inmoralidad en nuestra vida personal y familiar? El primero y más importante paso es asumir un arrepentimiento sincero delante de Dios. El segundo, permitirle que tome el control absoluto de nuestro ser y de la familia.

Permítanos compartir el texto que escribió el rey David reconoció su cúmulo de errores, derivados de la inmoralidad sexual:

“Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones.  Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.   Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado.  Contra ti he pecado, solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.  Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.” (Salmo 52:1-5 | NVI)

Tome nota de los aspectos que deja planteados el rey David en ese capítulo 51 de los Salmos:

  • Atesorar un pecado oculto resulta destructivo en todas las áreas de nuestra vida.
  • Es necesario confesar nuestros pecados delante de Dios.
  • El perdón de Dios trae paz a nuestras vidas.
  • Cuando Dios nos perdona, nos ve justos.
  • Nuestro corazón es transparente delante de Dios.
  • Dios nos permite vencer las tentaciones cuando dependemos de Él.

El autor y conferencista, Neil T. Ánderson, escribe:

“El pecado secreto en la tierra es el escándalo abierto en el cielo. Dios no permitirá que sus hijos vivan en oscuridad por mucho tiempo, porque Él sabe que la oscuridad los comerá vivos.”

Probablemente reconoce que la inmoralidad ha tomado fuerza en su vida. Quizá desde hace mucho tiempo. Hay cosas que no tiene claras en torno a cuándo comenzó a caminar por ese sendero. Pídale a Dios en oración que le revele hechos que marcaron su existencia y, conforme Él se los muestre, vaya pidiendo perdón por cada uno de ellos. Es un paso para ser libres.

MANTENERNOS ALERTA

Quizá se pregunte por qué deberíamos cuidarnos de la inmoralidad sexual que destruye nuestra vida, el matrimonio y afecta a toda la familia. Alrededor la Palabra de Dios es clara:

“Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.  Con su poder Dios resucitó al Señor, y nos resucitará también a nosotros. ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo mismo? ¿Tomaré acaso los miembros de Cristo para unirlos con una prostituta? ¡Jamás! 16 ¿No saben que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues la Escritura dice: «Los dos llegarán a ser un solo cuerpo». Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu.  Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.” (1 Corintios 6: 13-20 | NVI)

Nuestro cuerpo redimido por la obra del Señor Jesús le pertenece a Dios.

“ Y, si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.” (Romanos 8: 11 | NVI)

Si somos conscientes que somos templo del Espíritu Santo, es necesario reflexionar que ofendemos a Dios cuando incurrimos en la inmoralidad sexual.

PODEMOS VENCER LA TENTACIÓN

Gracias a la obra del Señor Jesucristo en la cruz, morimos al pecado y emprendemos una nueva vida, un proceso maravilloso que nos permite tener victoria sobre el pecado:

“De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.  Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni obedezcan a sus malos deseos. No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia.” (Romanos 6: 11-13 | NVI)

Como lo anota el apóstol Pablo, fuimos llamados a experimentar libertad:

“Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor.” (Gálatas 5: 13 | NVI)

El Señor Jesucristo nos guía a la libertad cuando reconocemos el pecado, en este caso específico, la inmoralidad. Rendidos a Él, rompe todas nuestras ataduras (2 Timoteo 2: 25, 26; 1 Tesalonicenses 4: 3-5).  

CIERE LAS PUERTAS AL ADULTERIO

El adulterio se materializa de diversas formas. No solamente con la unión de una pareja, sino también, con malos deseos y la apreciación de la pornografía. Es una realidad a la que no podemos ser ajenos. Chatear con alguien que no es su cónyuge, a través del teléfono, es adulterio, por ejemplo.

Quizá se pregunta: ¿Por qué motivo tantas personas incurren en el adulterio? La respuesta es sencilla: por la naturaleza del ser humano, que se desprende de la mano de Dios y cede a las tentaciones (Efesios 2:3).

Neil T. Anderson, el autor cristiano, lo explica en los siguientes términos:

“Los seres humanos somos extrañas criaturas. Desde el momento de la concepción, tal mezcla de lo bueno y lo malo, se revuelve en nuestro interior. Desde nuestro interior vienen los deseos que provienen de Dios, pero también los de maldad. Lo malo viene cuando los adultos disfrazan sus malos deseos con moderna sofisticación y dan rienda suelta a un sinnúmero de expresiones de egoísmo.”

Cuando nos acogemos a la gracia de Dios, aprendemos a vivir de manera santa y controlada, a pesar de lo difíciles que son nuestros tiempos:

“En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” (Tito 2:11-13 | NVI)

El adulterio es una de las diversas manifestaciones de la inmoralidad y, si hay algo por lo que debemos orar siempre, es por la santidad de nuestro hogar, para que el Señor nos fortalezca y no caer en esas redes dañinas.


Lección 10 | Curso Familias afirmadas en Cristo


EJERCICIO PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS

Una de las estrategias más eficaces de retroalimentación de las enseñanzas, es revisar y desarrollar ejercicios como el que le proponemos a continuación. Permitirá que afiance sus conocimientos bíblicos y prácticos.

¿Cuál considera que es el mayor problema moral de los matrimonios hoy?

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¿A qué conclusiones llega al leer 1 Corintios 7: 1-5 y cómo aplican a su vida personal y familiar?

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¿Qué aplicación tiene a la vida conyugal y matrimonial lo que enseña el apóstol Pablo en Efesios 5: 21?

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¿Cuál es la recomendación del apóstol Pablo en Hebreos 13: 4 y de qué manera aplica a su vida familiar?

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¿Qué deberíamos hacer cuando tomamos conciencia de que hemos abierto alguna puerta a la inmoralidad en nuestra vida personal y familiar?

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¿Qué ocurrió con el rey David como leemos en capítulo 51 de los Salmos, cuando confesó su pecado de inmoralidad delante de Dios?

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 ¿Qué dice el apóstol Pablo en torno a la inmoralidad de acuerdo con lo que leemos en 1 Corintios 6: 13-20?

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Las finanzas en el matrimonio

Es esencial que sometamos nuestra economía en manos de Dios.

Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia


Basta que consulte estudios serios alrededor de las principales causas de divorcio para descubrir que un común denominador es el manejo de la economía. Las finanzas en el hogar, que pueden estar inclinadas a la escasez o al mal manejo de lo que hay en la cuenta bancaria, desencadenan diferencias hasta convertirse en verdaderas batallas campales.

Eventualidades como que se haga una mala compra o, quizá, uno de los cónyuges quede sin empleo, genera tensiones en la relación.

También las dificultades se avivan cuando uno de los componentes de la pareja o del hogar enfoca sus desvelos en la economía únicamente.

Cabe aquí acudir a las Escrituras, en las que encontramos una enseñanza trascendente del Señor Jesucristo:

“Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?  Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?  ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” (Mateo 6:24-33 | NVI)

Cuando nuestra familia está en manos de Dios y de verdad la hemos sometido a Su voluntad, todo cuanto se relaciona con las finanzas comienza a ser parte de Su agenda y control divinos. Confiemos que Él hará lo correcto.

El asunto central es tener confianza plena en el Señor y en Sus designios. Crecer y permitir que Él tome el control.

LAS FINANZAS FAMILIAS SON IMPORTANTES

No caigamos en el error. Las finanzas son importantes más no prioritarias en el matrimonio y las relaciones familiares. Lo esencial es crecer en amor mutuo todos.

El autor y conferencista, Neil T. Ánderson, escribe:

“El dinero y el matrimonio siempre van juntos, pero no siempre se mezclan bien, En lo profundo del alma humana hay un deseo de tener seguridad. Deseamos saber si estamos seguros y bien cuidados. Deseamos protección de todo cuanto amenaza nuestro sistema de vida.”

Piense por un instante que el dinero no debería destruir las relaciones familiares:

  • Los recursos materiales pueden desaparecer rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos.
  • Factores externos ajenos a nuestra voluntad pueden quitarnos todo cuanto conseguimos con muchos años de esfuerzo.

La economía, entonces, debe ser puesta en una balanza.

TODO LABERINTO TIENE UNA SALIDA

Es importante hacer un alto en el camino. Evaluarnos. Con ayuda del Señor podemos encontrar salidas que no se circunscriben únicamente a discutir. Antes de caer en esa trampa debemos nota del consejo bíblico:

“Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.” (Salmo 19: 14 | NVI)

Si bien es cierto hay momentos en los que gozamos de la prosperidad, habrá etapas que pudieran estar marcadas por la escasez.

EL VALOR DEL CONTENTAMIENTO

Cuando somos conscientes de que lo material es efímero, no permitimos que el dinero ocupe el primer lugar en la relación familiar. Seria un verdadero equívoco.

En esa dirección le animo a leer el texto del apóstol Pablo a Timoteo:

“Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero solo si uno está satisfecho con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso.  Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.” (1 Timoteo 6:6-10 | NV)

Alrededor del tema económico el autor plantea:

  • La importancia de disfrutar lo que tenemos hoy.
  • Reconocer que lo material es transitorio.
  • Se agradecidos con Dios por la provisión diaria.
  • No caer en la tentación de enriquecernos para satisfacer los anhelos de la carne.
  • Reconocer que el amor desmedido por lo material puede llevarnos a la ruina.
  • Mantenernos alerta frente a la codicia que nos aleja de la fe.

Aun cuando comprendemos la importancia de la economía es esencial que hagamos viva en nuestra existencia, la enseñanza de la Palabra:

“… hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.” (Mateo 6: 10 | NVI)

Tenga en cuenta que amar lo material, incluso por encima de la familia, resulta destructivo.

DEFINIR VERDADERAS PRIORIDADES

Cuando la escasez de recursos económicos prima en las familias, hay problemas; pero, también, cuando abundan. Generalmente enfrentamos dificultades para llegar a un punto de equilibrio.

En la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo leemos:

“Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción.” (1 Timoteo 6: 9 | NVI)

En lo que hace al dinero debemos pedirle a Dios sabiduría para administrarlo o que nos permita encontrar una salida frente a la escasez.

En todos los casos, lo apropiado es que los recursos se conviertan en un instrumento al servicio del Reino, para ayudar en su expansión.

Los tres enemigos que enfrentamos se sintetizan en tres palabras sencillas, pero contundentes:

  • Codicia
  • Avaricia
  • Ambición

Parecen similares, pero no son lo mismo. Para ampliar el panorama, les invitamos a considerar lo que plantea el autor y conferencista, Neil T. Anderson:

“La enorme verdad es que el amor al dinero trae problemas y más problemas a nuestro matrimonio y vida familiar. El problema en adquirir todo lo que nos gusta, estriba en que no tenemos en cuenta a Dios.”

Nuestro amor al Padre debe estar por encima de la inclinación al dinero, que nos aleja a nosotros y a nuestra familia de Él. Lo que no podemos pasar por alto es que Dios es el dueño de todo, incluso de nuestra economía. Somos únicamente administradoras.

Cuando los principios divinos en torno a las finanzas, toman fuerza en nuestro ser y el panorama cambia. Todo parte de una decisión sencilla, pero impactante: someternos en manos de Dios. Jamás pierda de vista el hecho de que Él sabe cómo hacer las cosas bien.


Lección 9 | Curso Familias afirmadas en Cristo


EJERCICIO PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS

Una de las estrategias más eficaces de retroalimentación de las enseñanzas, es revisar y desarrollar ejercicios como el que le proponemos a continuación. Permitirá que afiance sus conocimientos bíblicos y prácticos.

¿Cuál es su perspectiva en torno a cómo debe ser el manejo de las finanzas en la vida familiar?

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¿Qué principios aprende del Señor Jesús en la enseñanza de Mateo 6:24-33?

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¿Qué importancia ocupa el dinero en su relación conyugal y con los hijos?

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¿Qué plantea Neil T. Anderos en torno a las finanzas al interior de la vida familiar?

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Cuando enfrentamos diferencias por temas económicos en la familia, ¿cómo debemos reaccionar y expresarnos? Tome en cuenta la enseñanza de Salmo 19: 14.

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¿Qué aprendemos de la enseñanza de Pablo a Timoteo en 1 Timoteo 6:6-10?

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El amor de Dios fortalece la relación familiar

Dios nos llamó a afirmarnos en principios y valores, prendidos de la mano del Señor Jesucristo.

En medio de la crisis que atraviesa la familia, en la que infortunadamente prima el orgullo, alimentado por la falta de perdón, lo que puede traer un cambio definitivo es el poder del amor que Dios coloca en lo más profundo de nuestro ser. Ese amor que rompe barreras y que prodigamos y recibimos de nuestro cónyuge, de los hijos y de las personas que nos rodean.

Ahora, aquí cabe anotar que todas las personas tienen una forma particular de dar y recibir amor. Es un aspecto en el que debemos meditar y pedir del Señor sabiduría para saber expresar el amor.

  • Que las personas a su alrededor, comenzando por los integrantes de su familia, se sientan amadas.
  • Que usted mismo, con ayuda de Dios, rompa las barreras levantadas en su niñez, adolescencia y quizá juventud, que le impiden recibir amor.

Esa transformación que necesitamos y en la que nos mantenemos y crecemos, solo es posible cuando en nuestra vida personal y familiar involucramos a Dios. Le damos todo el control.

Al referirse a la importancia del amor y que reine en nuestra cotidianidad, el autor cristiano, Neil T. Anderson, escribe:

“El Nuevo Testamento nos instruye más de veinte veces alrededor de dar amor. El mandamiento que más repiten los escritos neotestamentarios es el de amarnos unos a otros. A los esposos, específicamente, se les manda que amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia.”

También anota el mismo expositor:

“Los esposos y las esposas no siempre comparten el mismo lenguaje en torno al amor. También es cierto que no siempre se comprenden cuando de abordar el asunto de expresar el amor se refiere.”

Uno de los aspectos de conflicto en la relación de pareja lo constituye el mal uso del tiempo que invierten entre sí y con los hijos:

  • Los hombres generalmente piensan que pierden algo de sí mismos cuando pasan demasiado tiempo con su pareja.
  • Cuando los hombres hablan, por lo general comparten información y expresan sentimientos.
  • Cuando las mujeres hablan con su cónyuge e, incluso, con los hijos, expresan sentimientos y en algunas ocasiones esperan apoyo.
  • Cuando las mujeres hablan, esperan ser escuchadas con atención.

Es importante que atesoremos en el corazón pequeñas apreciaciones como estas, que pueden marcar la diferencia en la relación con el cónyuge y con los hijos, mejorando las condiciones de comunicación e interacción.

Recuerde lo que enseña el apóstol Pablo en su carta a los creyentes de Corinto:

“El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas.” (1 Corintios 13: 4, 5 | NTV)

Aplica a nuestra vida familiar. De hecho, es un pasaje que debemos tener en cuenta las 24 horas del día, en el trato con la pareja y con los hijos.

DARLE APROPIADO MANEJO A LAS DISCUSIONES

En la relación de familia, comenzando por el cónyuge, las discusiones son inevitables. Un elemento que no podemos desconocer ni pasar por alto. Pueden surgir por la dinámica de dar y recibir amor.

Cuando expresamos nuestras diferencias debemos ser muy cuidadosos. Lo fundamental es no herir al cónyuge o a los hijos con lo que decimos. Recuerde que las palabras hieren o edifican.

«La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias.» (Proverbios 18: 21 | NTV)

El apóstol Pablo, por su parte, anota lo siguiente:

» No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan.» (Efesios 4: 29 | NTV)

Tenga en cuenta que las palabras…

… Pueden herir o curar.

… Pueden destruir o edificar.

… Pueden expresar crítica o alabanza.

… Pueden expresar dureza o ternura.

… Pueden evidenciar una verdad o reafirmarse en mentiras.

El grado de influencia que ejercemos puede ser demoledor o edificante, cuando las pronunciamos en presencia o en la relación con alguien que amamos.

Recuerde lo que anota el rey Salomón:

«Las palabras amables son como la miel: dulces al alma y saludables para el cuerpo.» (Proverbios 16:24 | NTV)

La relación con su familia es muy valiosa. Por ese motivo, debe someterla en manos de Dios, quien nos permite expresar crecimiento diariamente, caminando de Su mano poderosa.


Lección 8 | Curso Familias afirmadas en Cristo


EJERCICIO PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS

Una de las estrategias más eficaces de retroalimentación de las enseñanzas, es revisar y desarrollar ejercicios como el que le proponemos a continuación. Permitirá que afiance sus conocimientos bíblicos y prácticos.

¿Siente que tiene dificultades para amar y recibir amor de su familia?

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¿Qué aprendemos en las Escrituras en cuanto al amor? Lea los siguientes textos bíblicos antes de responder: Juan 13: 34, 35; Romanos 13: 8-10; 1 Corintios 13; Gálatas 5: 13, 14.

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¿Qué mandato de Dios leemos en las Escrituras para los esposos? Efesios 5: 25-28; Colosenses 3:19.

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¿Qué podemos aprender de 1 Corintios 13: 4, 5 para aplicar en nuestra relación familiar?

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¿Qué nos enseñan pasajes importantes de la Biblia como Proverbios 16: 24; 18: 21 y Efesios 4: 29 alrededor de la forma como nos expresamos con el cónyuge y con los hijos?

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Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia


Dios desea la unidad del matrimonio

Las crisis que enfrentan las familias, no son para siempre. Es una certeza que nos asiste cuando nuestra mirada está fija en Jesucristo y encontramos en Él, apoyo y salida al laberinto--cualquiera sea--que enfrentemos en la cotidianidad.

Introducción | Familias afirmadas en Cristo


Infinidad de matrimonios se encuentran hoy en crisis. La falta de principios y valores constituyen en su conjunto uno de los detonantes, pero por supuesto, hay muchos más.

Ahora, si quienes están inmersos en las dificultades profesan fe en Jesucristo, ¿Por qué no resuelven esas situaciones prontamente? Porque en la consejería que reciben se les instruye sobre los nuevos hábitos y actitudes que deben asumir, pero no se les guía en el proceso de encontrar salidas a la encrucijada con fundamento en Cristo.

Pretenden abordar e intervenir diferencias conyugales en el momento, sin antes solucionar los problemas internos que les han acompañado por mucho tiempo, quizá años.

Aun cuando el aconsejamiento es bueno, no reemplaza la relación armoniosa entre esposos que describe el apóstol Pablo en su carta a los creyentes de Éfeso:

“Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor.  Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.  Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo. Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.  Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo,  pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia…” (Efesios 5: 21-29 | NVI)

Estamos de acuerdo si usted razona que la vida matrimonial está asociada a relaciones interpersonales y pondera el hecho de que no podemos desconocer el componente espiritual. Es absolutamente cierto; sin embargo, coincidirá con nosotros en el hecho de que ese componente espiritual es al que menos prestamos atención.

LAS PAUTAS DE DIOS DEBEN PRIMAR

Ahora, ¿Por qué es importante? Porque nos trazan la ruta que debemos seguir en procura de un matrimonio de realización en Dios, fundamentado en principios y valores.  Comprobaremos que esa vida al interior del hogar fluye cuando estamos en consonancia con las pautas que define Dios.

De la mano con esa convicción, otra que reviste singular importancia: no es en nuestras fuerzas como logramos experimentar transformación en nuestra vida de pareja. Es por la gracia de Dios, dependiendo de Él.

Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.” (Juan 15: 8 | NVI)

Cuando Jesucristo gobierna en la familia y, particularmente, en la relación conyugal, la convivencia se fortalece y se encuentran soluciones en medio de las crisis.

No pierda de vista el hecho de que no podemos llevar fruto a menos que estemos unidos como pareja, pero bajo el gobierno del Señor:

Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.” (Juan 15: 5 | NVI)

Cuando Cristo no es quien ocupa el primer lugar en nuestra relación:

  • Luchamos en ___________________________  y terminamos ___________________________.
  • Experimentamos ___________________________ cuando surgen las dificultades.
  • Se nos dificulta ___________________________ y ___________________________.

Con ayuda del Señor Jesús podemos alcanzar la unidad de pareja que necesitamos. No es utopía, como piensan muchos. Hallaremos soluciones a las encrucijadas y, de la mano con este crecimiento, nos afianzaremos en la fe y el arrepentimiento cuando fallemos.

Es Cristo quien nos permite afirmarnos en Él y si avanzamos, sin duda daremos nuevos pasos en la realización conyugal. Este crecimiento se refleja entre los cónyuges, con los hijos y, en general, produce un impacto transformador en todos los escenarios en los cuales ejercemos influencia.

Tenga en cuenta que cuando persistimos en pecado, esta proclividad a fallar deliberadamente, termina por afectar el hogar.

LOS CONFLICTOS SON PREVISIBLES

Frente a los conflictos, son previsibles en toda familia, comenzando por la relación conyugal. Unos sucumbirán a las crisis, mientras que otros cónyuges, crecerán a partir de un adecuado manejo de las diferencias, dependiendo de Dios y no de sus propias fuerzas.

Solamente en Jesucristo encontraremos la puerta de salida al laberinto. Él es el consejero que siempre tiene para nosotros una palabra de aliento con impacto liberador.

Jamás olvide que es por la gracia de Dios que nos convertimos en el matrimonio que Él quiere que seamos, en consonancia con sus propósitos eternos.

Siempre debemos orientarnos a la búsqueda de soluciones. Larry Christenson, el reconocido de familia, escribió:

“La familia cristiana no existe para su propio beneficio. Ha sido creada para la honra y la gloria de Dios. La bendición de Dios acompaña a una familia que camina de Su mano. Que le concede el primer lugar. Aquellos que sostienen obstinadamente que su felicidad y conveniencia personales son lo primero, no han comprendido el plan de Dios para la familia, ni tampoco, cuál es su propósito al interior de la misma. Ahora, si Jesús es el Señor de su familia en absolutamente todo lo que ocurre allí y abre las puertas para que Él gobierne, todo cambiará.”

Le animamos a leer cuidadosamente lo que enseña la Escritura:

“Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles.  Si el Señor no cuida la ciudad,  en vano hacen guardia los vigilantes.  En vano madrugan ustedes,   y se acuestan muy tarde,  para comer un pan de fatigas,  porque Dios concede  el sueño a sus amados.  Los hijos son una herencia del Señor,  los frutos del vientre son una recompensa.  Como flechas en las manos del guerrero  son los hijos de la juventud.  Dichosos los que llenan su aljaba  con esta clase de flechas.  No serán avergonzados por sus enemigos  cuando litiguen con ellos en los tribunales.” (Salmo 127: 1-5 | NVI)

Dios conoce detalladamente a la familia porque Él la creó. En ese orden de ideas, sabe todo cuanto nos ocurre en la relación conyugal y con los hijos. Por ese motivo, si surgen crisis, es Él quien está llamado a guiarnos y es en Él en quien debemos afincarnos para encontrar consejo sabio y oportuno.

¿Qué debemos tener en cuenta? Al menos cinco elementos que compartimos con usted:

  • Dios es nuestro mejor ___________________________ en los tiempos de crisis.
  • En Dios nuestra familia alcanza su ___________________________ y ___________________________
  • Con Dios la familia obtiene ___________________________.
  • A través de la Biblia encontramos ___________________________ y ___________________________ para la familia.
  • El matrimonio no es un ___________________________.

Cuando aprendemos en las Escrituras lo atinente a la relación conyugal y con los hijos, reconocemos que esas pautas jamás pierden vigencia. Esa comprensión nos permite enfrentar victoriosamente el relativismo, la intolerancia, la falta de amor y la ausencia de autoridad que asisten hoy a infinidad familias y las llevan a su destrucción.

En ese orden de ideas, el secreto de una familia que experimenta solidez y crecimiento permanente en todas las áreas, toma como fundamento una muy buena relación con el Señor Jesucristo. Caminar tras Sus huellas.

Esto nos lleva a privilegiar el orden de Dios para el hogar, que tiene dos pilares:

  • Un adecuado ejercicio del liderazgo del esposo (1 Corintios 11: 3)
  • Aceptación y valoración de la ayuda idónea de la esposa (Génesis 2: 18)
  • Obediencia de los hijos a sus padres (Colosenses 3: 20)

Una familia que tiene a Jesucristo como su eje central, sin duda permanecerá firme y, además, crecerá de forma permanente. Ese debe ser nuestro objetivo siempre, poniendo nuestra mira en el Salvador en todo momento.

Nuestro anhelo y oraciones al emprender este curso, es que constituya viaje maravilloso de crecimiento que se refleje en sus relaciones interpersonales a nivel conyugal y con los hijos.

Un servidor en la fe de Jesucristo,

Fernando Alexis Jiménez

Director – Academia Bíblica Fe y Gracia


PALABRAS Y FRASES PARA COMPLETAR


A continuación, encontrará las palabras y frases que son necesarias para llenar los espacios vacíos que aparecen en la Lección de hoy:

LAS PAUTAS DE DIOS DEBEN PRIMAR

1.- Nuestras fuerzas, frustrados

2.– Desaliento

3.- Cambiar, crecer

LOS CONFLICTOS SON PREVISIBLES

1.- Consejero

2.- Realización, crecimiento

3.- Cimientos sólidos

4.- Principios, valores

5.– Contrato social


Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia


Volver la familia a los cimientos originales

Con ayuda de Dios, nuestra familia puede ser afirmada en Cristo

Lección 1 | Familias afirmadas en Cristo


¿Cuál es el problema que enfrentan las familias y que resulta común en nuestra sociedad? Podríamos citar dos factores, no solo uno. El primer de ellos, la carencia de principios y valores, y el segundo, la falta de liderazgo por el desconocimiento de los roles que asisten a los componentes de la pareja.

Aunque duela reconocerlo, los esposos han dejado el ejercicio de dirigir, proveer y proteger, lo cual trae como consecuencia un desbarajuste al interior del hogar.

El autor cristiano, Richard D. Phillips, lo detalla en los siguientes términos:

“Un esposo está llamado a cuidar de su esposa emocional y espiritualmente. No se trata de un aspecto secundario de su llamado divino como esposo, sino que es fundamental y central en la convocatoria que nos hace Dios en nuestro desenvolvimiento, en este caso masculino, en el matrimonio… Dios ha dado el llamado primordialmente para que el esposo brinde cuidado espiritual y emocional, y es necesario reconocerlo: muchos no logran hacerlo.”

Como consecuencia, la mujer enfrenta inseguridad y en ocasiones, avanza en el día a día sin saber adónde se dirigen todos los componentes de la familia. La otra cara de la moneda es que muchas veces el esposo toma decisiones, pero no la consulta en pareja, lo que, a su vez, también resulta complejo y desalentador.

VOLVER A LOS ORÍGENES

Una de las rutas que debemos seguir, es volver a los orígenes. Consultar el Libro sagrado y encontrar es sus páginas, comenzando por el Génesis, pautas para nuestra cotidianidad, así como la ruta que debemos seguir.

1.- El hombre tenía la capacidad de ________________________________

Cuando abrimos las primeras páginas de las Escrituras, nos encontramos con una tarea esencial encomendada al hombre:

«El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.» (Génesis 2: 14 | NBLA)

Observe cuidadosamente que tenía una misión específica qué atender. No vino a la tierra sin un propósito, por el contrario, con una meta que Dios trazó desde la eternidad.

2.- El hombre tenía ________________________________

Si Dios nos encomienda una tarea, nos concede la autoridad para que podamos ejercerla a cabalidad. Igual ocurre en nuestro desenvolvimiento al interior de la familia.

3.- El hombre fue creado con ________________________________

La visión de la gracia no deja de lado una realidad: Adán podía escoger. Y, por supuesto, en su soberanía, el Señor sabía que se equivocaría. No era Su propósito que el primer hombre fallara, el problema radica en que Él no supo, como criatura, asumir la responsabilidad.

4.- El hombre podía ________________________________

Fue el pecado el detonante de la caída y, al mismo tiempo, el causante de la muerte que, originalmente no estaba en los planes de Dios ni para Adán ni para su descendencia.

5.- El hombre tenía ________________________________

Por la lectura del pasaje descubrimos que se relacionaba con el Señor sin mayores dificultades. Le hablaba y el Padre celestial le respondía. No existían barreras.

APLICAR AJUSTES

Cuando anhelamos que la familia se afirme en Cristo, es imperativo que nos evaluemos y, en segundo lugar, apliquemos correctivos con ayuda de Dios. No es en nuestras fuerzas, sino en Su poder. Él nos ayuda en el proceso.

«Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad.» (Salmo 84: 11 | NBLA)

Si caminamos de Su mano, apropiándonos de la gracia que nos permite ser perdonados de los pecados y tener vida eterna, el Señor nos guiará en el camino que debemos seguir en la relación familiar.

Aquí hay dos elementos que debemos resaltar, en consonancia con el pasaje bíblico:

  • Dios nos concede ________________ y ________________.
  • Dios nos ________________.

Si decidimos volver a los orígenes, lo haremos reconociendo la necesidad de asumir apropiadamente nuestros roles al interior de la familia, identificar en qué hemos fallado y disponernos a corregir, insistimos, con la ayuda de Dios.

NO SOMOS INDEPENDIENTES

En la familia, no somos independientes. Por el contrario, dependemos unos de otros. Eso es maravilloso porque nos permite crecer. El problema real es cuando asumimos la independencia porque caemos en esa frontera peligrosa que separa la autosuficiencia del egoísmo.

Al buscar en los comienzos de la familia, leemos:

“El hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a todo animal del campo, pero para Adán no se encontró una ayuda que fuera adecuada para él. Entonces el Señor Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y este se durmió. Y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. De la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. Y el hombre dijo: «Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne. Ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada».  Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:20-24 | NBLA)

La conclusión sencilla a la que podemos llegar es muy práctica: la familia es una institución divina, nace en Dios y se afianza en Dios. Y es por disposición del Creador, que el hombre y la mujer unidos en matrimonio, son una sola carne.

Ese es el plan original de Dios que fue pervertido por la caída del hombre en el pecado. No obstante, por la obra de gracia, todos nuestros pecados fueron perdonados en la cruz. El Señor Jesús con su sacrificio, lo hizo posible.

Como consecuencia de la redención, no solamente es posible volver al comienzo, sino—además–, en victoria.

LA RAZÓN DE LAS CRISIS

Las crisis en los matrimonios son naturales y previsibles. Ahora, se aumentan cuando no tenemos a Dios morando en nuestras vidas y, más aún, cuando lo tenemos ausente del gobierno de la vida familiar.

En esa dirección son esenciales al menos tres cosas:

  • Dejar de lado el ­­­­­­­­­­­­­­­­­________________ que nos lleva a pretender ganar siempre las diferencias que tengamos con los miembros de la familia.
  • Desarrollar ________________ y ________________con el cónyuge y con los hijos.
  • Permitir que el ________________________________en nuestras vidas, nos lleve a experimentar el bienestar en diferentes áreas, lo que incluye la relación con el cónyuge y con los hijos.

Por temor, escepticismo o quizá por una actitud reacia, infinidad de personas se resisten a abrirle las puertas de sus vidas y de su hogar a Dios. Sin embargo, cuando lo hacemos, el curso de la vida en familia experimenta transformación:

“Bienaventurado todo aquel que teme al Señor, que anda en Sus caminos.  Cuando comas del trabajo de tus manos, dichoso serás y te irá bien.   Tu mujer será como fecunda vid en el interior de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.  Así será bendecido el hombre que teme al Señor.” (Salmo 128: 1-4 | NBLA)

En ese orden de ideas, si Dios es quien gobierna en casa y dejamos de lado nuestra pretensión de controlar todas las cosas, demostraremos respeto por el cónyuge y los hijos; enseñaremos a los hijos a asumir su cuota de responsabilidad por lo que hacen; transferiremos a todos en el hogar seguridad, protección y amor y dejaremos de lado todo propósito de controlar a los miembros de la familia.

No es en nuestras fuerzas, no nos cansaremos de insistir, sino por el poder ilimitado de nuestro Padre celestial que sabe de qué manera hacerlo todo y llevarnos a un nivel de crecimiento en el ámbito familiar.


PALABRAS Y FRASES PARA COMPLETAR


A continuación, encontrará las palabras y frases que son necesarias para llenar los espacios vacíos que aparecen en la Lección de hoy:

VOLVER A LOS ORÍGENES

1.- Ejercer dominio

2.- Autoridad delegada

3.– Libertad para decidir

4.– Vivir eternamente

5.– Intimidad con Dios

APLICAR AJUSTES

1.– Gracia, Gloria

2.– Bendice

LA RAZÓN DE LAS CRISIS

1.- Orgullo

2.– Paciencia, tolerancia

3.- Amor de Dios

Volvernos a Dios para resolver los conflictos familiares


Lección 2 | Familias afirmadas en Cristo


Nuestra relación familiar está influenciada por el ámbito espiritual aun cuando no lo reconozcamos. Probablemente, para no asumir la responsabilidad. Solamente cuando estamos caminando de la mano del Señor Jesús, las cosas se pueden poner en orden.

El apóstol Pablo abordó el asunto en los siguientes términos:

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2: 14 | RV 60)

En esa dirección, hasta tanto admitamos las consecuencias de estar sumidos en la pecaminosidad que desatan consecuencias negativas, no podremos superar los conflictos de pareja y con los hijos.

Ese pecado al que quizá nos acostumbramos, nos lleva a perder la identidad. Esto ocurre igualmente con el esposo y la esposa.

Progresivamente se desdibujan los roles de uno y otro y con el hostigamiento de nuestro adversario espiritual, Satanás, se avivan los enfrentamientos por la autoridad y el liderazgo al interior del hogar.

No olvide que por el pecado del género humano es que el enemigo gobierna hoy:

Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.” (Lucas 4: 5; Cf. Juan 12: 31; 16: 11; Efesios 2:2 |RV 60)

Cuando estamos en Dios, podemos vencer los ataques del enemigo contra la familia.

ENCONTRAR SALIDAS DEL LABERINTO

Ahora, ¿es posible encontrar salidas a los conflictos familiares? Este interrogante se lo estará formulando, quizá, porque vive una situación difícil con su cónyuge o con los hijos. O cualquiera sea el mal momento que esté atravesando.

Por supuesto que hay esperanza. Para despejar este cuestionamiento, cabe citar lo que aprendemos en el evangelio de Juan:

“Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;  los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1: 12 | RV 60)

Como hijos, tenemos un Padre que nos ayuda a encontrar soluciones por difíciles y aciagos que sean los momentos que enfrentemos.

Además, es el Dios de poder y de gloria quien nos ayuda en el proceso de transformación, no en nuestras fuerzas, sino en las del Creador. Es por Su gracia.

“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,  para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;  fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;  con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;  el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,  en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Colosenses 1: 9-14 | RV 60)

Con ayuda de Dios tenemos la posibilidad de salir airosos de los conflictos que enfrentamos en el hogar.

PREPARARNOS PARA LOS CONFLICTOS FAMILIARES

Hasta aquí resulta claro que toda familia enfrenta conflictos. En algún momento. Algunos son a corto plazo en cuanto a duración, otros más prolongados. Incluso en los hogares aparentemente establecidos y felices.

Los choques pueden surgir cuando los integrantes tienen diferentes opiniones o creencias sobre diversos temas, otras veces pueden producirse por malentendidos que llevan a conclusiones equivocadas.

Cuando no se resuelven de forma adecuada puede conducir a discusiones y resentimientos, incluso  la ruptura familiar.

«Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.» (Romanos 12:18-20 | RV 60)

Por supuesto, ningún componente de nuestro entorno familiar es enemigo; sin embargo, es esencial que tengamos clara la esencia de este pasaje bíblico que se orienta

Compartimos algunos de los conflictos más comunes en los hogares:

  • Confrontaciones por el ejercicio del liderazgo y la autoridad entre los cónyuges.
  • Diferencias de criterio alrededor del manejo financiero.
  • Manejo abusivo o absorbente en las relaciones de pareja y con los hijos.
  • Un mal manejo de las comunicaciones interpersonales.

Lo esencial es identificar en qué aspectos estamos fallando y disponernos a corregir, con ayuda de Dios.

SATANÁS NO PUEDE GANARNOS LA PARTIDA

A pesar de que el pecado trae situaciones muy complejas a la relación familiar, Dios en su infinita misericordia dispuso un plan para que las familias fueran bendecidas.  Ese plan fue revelado en la vida de Abraham:

“El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, y le dijo: «Por Mí mismo he jurado», declara el Señor, «que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único, de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. En tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido Mi voz».” (Génesis 22: 15-18| NBLA)

Por la obra redentora de Jesucristo esta promesa se hace real también en nuestro hogar hoy:

“Hermanos, hablo en términos humanos. Un pacto, aunque sea humano, una vez ratificado nadie lo invalida ni le añade condiciones. Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: «y a las descendencias», como refiriéndose a muchas, sino más bien a una: «y a tu descendencia», es decir, Cristo.” (Gálatas 3: 15, 16| NBLA)

Estas constituyen sin duda buenas noticias. Aunque desconocemos cuál sea la situación que esté enfrentando, cualquiera sea el conflicto tiene solución en Dios.

El primer pacto con fundamento en los mandamientos de la ley (Éxodo 20:1-17), permitió que el género humano se relacionara con el Señor. No obstante, es evidente que, en las fuerzas de las personas, era imposible cumplir con esos requerimientos.

El autor, Neil T. Anderson, escribe:

“El propósito de los mandamientos de Dios no era de carácter restrictivo. Tenía, más bien, un fin protector. La intención del Señor era proteger a la humanidad caída para que no surgieran las semillas de la destrucción y se engrandeciera así el reino de las tinieblas.”

Aun cuando el plan de nuestro adversario espiritual ha sido el de destruir la creación de Dios, comenzando por su institución básica que es la familia, Dios abrió las puertas para echar por tierra esos planes malévolos gracias al sacrificio redentor del Señor Jesús:

“Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, también Jesús participó de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que, por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida.” (Hebreos 2: 14, 15 | NBLA)

Es importante enfatizar que la caída en el pecado por parte del género humano (Génesis 3) produjo un conflicto cósmico que hoy por hoy tiene una fuerte incidencia en las relaciones matrimoniales que están en el centro de la tormenta (Cf. Isaías 65: 6, 7: Jeremías 32: 18)

EL MATRIMONIO EN EL ANTIGUO Y EL NUEVO PACTO

Quienes estaban bajo el antiguo pacto comprobaron con desaliento de qué manera el pecado se transfería generacionalmente. Y de la mano con esta situación, las terribles consecuencias.

El apóstol Pablo lo explica en los siguientes términos:

“Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.” (Romanos 5: 12)

La buena noticia es que el Señor Jesús rompió esas cadenas de condenación:

Porque en cuanto a que Él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto Él vive, vive para Dios.” (Romanos 6: 10)

En consecuencia, recibimos por fe el perdón de pecados y la vida eterna. Ahora bien, el perdón va de la mano con un arrepentimiento sincero:

“Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:45-47; Mateo 3: 7, 8)

Si proseguimos en el mismo estado pecaminoso, nuestros matrimonios se mantendrán en crisis. No podemos decir que creemos en Cristo y permanecer aferrados a viejas prácticas y hábitos.

El autor Neil T. Anderson, anota lo siguiente:

“El arrepentimiento no es otra cosa que renunciar a aquello en lo que ya no creemos que era la verdad y demostramos este cambio, viviendo vidas santas.”

Al ir concluyendo la reflexión de hoy es esencial que coincidamos en que nuestro matrimonio debe ser liberado del pasado, de un ayer de errores. Esa libertad solamente la alcanzamos por la gracia de Dios.

¿Qué hacer para restaurar nuestro matrimonio y familia? Usted Como padre o madre debe dar un paso fundamental. Volver la mirada al Padre. Ríndase a Él. Aprópiese de Su gracia. Es el primer paso para que pueda edificar una familia sólida.


EJERCICIO PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS


Una de las estrategias más eficaces de retroalimentación de las enseñanzas, es revisar y desarrollar ejercicios como el que le proponemos a continuación. Permitirá que afiance sus conocimientos bíblicos y prácticos.

Leyendo Lucas 4: 6; Juan 12: 31; 16: 11; Efesios 2:2 y Juan 5: 19, ¿de qué manera el adversario ataca la vida familiar?

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Al leer Romanos 12:18-20, ¿tiene claros a qué personas de su entorno –incluyendo su familia—debe perdonar?

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¿Podría mencionar cuáles son los problemas más frecuentes en las relaciones familiares?

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¿Qué recomendaciones hizo al apóstol Pablo a los creyentes del primer siglo como leemos en Colosenses 1: 9-14 que podemos aplicar hoy?

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¿Qué nos enseña el apóstol Pablo en Romanos 12: 18-20?

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¿Qué ocurrió con el género humano de acuerdo con Romanos 5: 12?

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Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia


Cambie usted para que cambie la familia


Lección 3 | Familias afirmadas en Cristo


Seguir a Cristo y entregarle el gobierno de nuestra vida y de la familia, demanda que tomemos decisiones radicales. Sí, radicales. Estas decisiones se fundamentan en volvernos a Dios. Cuando lo hacemos, partimos de una base: confiamos y nos apropiamos de Su gracia.

Dios perdona nuestros pecados en respuesta a un arrepentimiento sincero, nos ofrece una nueva vida hoy y nos asegura la eternidad con Él.

Vivir a Cristo es lo que marca la diferencia. Permítanos citar aquí al evangelista:

“No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner en conflicto; al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra; los enemigos de cada cual   serán los de su propia familia”. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.  El que se aferre a su propia vida, la perderá, y el que renuncie a[b] su propia vida por mi causa, la encontrará.” (Mateo 10:34-39 | NVI)

Radicalidad aquí no está asociada a asumir una posición religiosa que terminen dañando a los componentes de nuestra familia. En absoluto.

La radicalidad está ligada a acogernos a la gracia de Dios, dejar atrás en el caminar de pecaminosidad deliberada y renunciar a la concatenación de equívocos que nos han llevado a producir heridas emocionales y ofensas a nuestros seres amados, en la familia y aquellos con los que interactuamos diariamente.

Tenga en cuenta que el proceso comienza con la transformación que produce Dios en toda persona. ¿El motivo? El Señor no vivo a salvar familias, sino individuos y esos individuos sometidos al Padre, ejercen influencia y producen cambios al interior del hogar.

Permítanos citar aquí al evangelista Juan:

“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.  Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.” (Juan 1: 12, 13 | NVI)

Alguien que ha nacido de nuevo, genera un impacto positivo y edificante en la relación conyugal y con los hijos. De igual manera, con sus hermanos y con sus padres.

RECONOZCA SU ERROR

Cuando en la familia se presentan conflictos ligados a la pecaminosidad, cuando se vive sin principios ni valores, cuando unos y otros se echan en cara los errores del presente y del ayer, por mucho que nos esforcemos no hallaremos solución a ese estado.

Es necesario reconocer nuestro error y tener en cuenta que solamente Dios produce la transformación en las personas. No somos usted y yo sermoneando a la pareja o, tal vez, a los hijos:

“En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.” (Romanos 8: 3, 4, 12 | NVI)

Cuando comprendemos esta verdad, dejamos atrás el desgaste de procurar en los demás un cambio en la forma de pensar y de actuar. Nuestra estrategia será diferente porque comprendemos la soberanía del Señor al producir estos cambios (Romanos 7: 15).

Ahora, persistir en que todos actúen como creemos que deberían, caemos en la frontera de la necedad y de la frustración porque no vamos a conseguirlo en nuestras fuerzas. Es mero legalismo que resulta destructivo más que edificante.

Porque les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley.” (Mateo 5: 20 | NVI)

En la tarea de producir modificaciones no debemos pretender reemplazar a Dios. Sólo Él tiene esa prerrogativa.

Cuando Dios mora en nuestro ser, se torna evidente, como anota el autor sagrado:

“El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios.” (1 Juan 3: 8, 9 | NVI)

El autor y expositor bíblico, Paúl Washer, anota lo siguiente:

“Nosotros somos renacidos por la fe. No somos salvos por las obras. Pero una persona que de verdad es cristiano, ha renacido. Dios ha hecho una obra sobrenatural en su vida. Cuando una persona viene a Cristo, es producto de una obra que solamente Él puede hacer. Y lo hace por el Espíritu Santo, en un corazón nuevo. El creyente verdadero se conoce por sus frutos.”

En ese orden de ideas, cuando nos acogemos a la gracia divina, le abrimos nuestro corazón para que obre en él y esos cambios se reflejan en el trato familia.

DIOS TIENE UN PLAN PARA LA FAMILIA

Desde antes de la creación del universo Dios ha tenido un plan para la familia. Las primeras pautas de comportamiento las descubrimos en el libro del Génesis. Lego las vemos escritas en todos los libros de la Biblia y ocurre así hasta el Apocalipsis.

El apóstol Pablo en la carta a los creyentes de Tesalónica trazó pautas que continúan vigentes hasta hoy:

“La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido.  Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad; por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre, sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo.” (1 Tesalonicenses 4: 3-8 | NVI)

Por favor, tome nota de aspectos relevante que hallamos en el pasaje:

  • Dios desea nuestra santificación.
  • Es necesario apartarnos de la pecaminosidad deliberada.
  • Debemos tener a nuestro cónyuge en santidad.
  • Es imperativo respetar la dignidad del cónyuge.
  • Debemos renunciar a la inmundicia.
  • Es primordial honrar a Dios.

Estos principios sencillos y prácticos deben ser transferidos a nuestros hijos y sentar así las bases para que las asuman las nuevas generaciones.

Podemos afirmar entonces que Dios ve a la familia en el contexto de la santificación, es decir, en el marco de un proceso de transformación, no en nuestras fuerzas sino en Su poder, hasta ser a la imagen del Creador.

DIOS DEBE OCUPAR EL PRIMER LUGAR EN LA FAMILIA

Cuando anhelamos una familia sólida, centrada en la gracia de Dios, debemos concederle el primer lugar en el hogar.

Un texto que debemos atesorar en nuestro corazón, lo hallamos en el evangelio de Mateo:

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”—le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.” (Mateo 22: 37-40| NVI)

Damos pasos en esa dirección cuando tomamos nuestra cuz (Mateo 10: 38, 39).

La cruz no son las pruebas y tribulaciones que enfrentamos todos los componentes de la familia, sino nuestra disposición para identificarnos con el Señor Jesús y decirle un no rotundo al pecado y al gobierno del ego sin control, que nos aparta de Dios.

Recuerde que no es lo que hacemos lo que determina lo que somos, sino lo que somos, lo que determina lo que hacemos. Cuando nuestra identidad está en Cristo, cambiamos definitivamente, comenzando por nuestra relación con los miembros de la familia. La razón es sencilla: comenzamos a pensar y actuar de manera diferente.

Citamos a continuación al autor y maestro bíblico, Neil T. Anderson, cuando escribe:

“Cuando miramos a Dios para descubrir y asumir quiénes somos y por qué estamos aquí, entonces nuestro matrimonio y familia se volverán los instrumentos principales, aquellos instrumentos que Él utiliza para transformarnos a Su semejanza.”

Somos hijos de Dios y asumimos la responsabilidad transformadora que ejerce influencia entre los seres que amamos en el hogar. Conocer quiénes somos en Cristo es un paso esencial en esa dirección, porque nos lleva hacia el cambio y el crecimiento.


EJERCICIO PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS


Una de las estrategias más eficaces de retroalimentación de las enseñanzas, es revisar y desarrollar ejercicios como el que le proponemos a continuación. Permitirá que afiance sus conocimientos bíblicos y prácticos.

Lea detenidamente el pasaje de Mateo 10:34-39. En el contexto de la vida familia, ¿qué considera que le enseña a su vida?

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Si Cristo mora en su vida, de acuerdo con Juan 1: 12, 13, ¿qué cambios se producen en su vida familiar?

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¿De qué manera leer Romanos 8: 3, 4, 12 nos ayuda a comprender la importancia de experimentar cambios delante del Padre celestial, apropiándonos de Su gracia?

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¿Cuál ha sido el resultado de pretender, en sus fuerzas, que tanto su cónyuge como sus hijos experimenten cambios en la forma de pensar y de actuar?

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¿Considera que, de acuerdo con el texto de 1 Juan 3: 8, 9, usted ha nacido de nuevo y hay cambios en su vida personal y familiar?

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¿Cómo estamos aplicando en nuestra vida lo que aprendemos del apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 4: 3-8?

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¿Aplica en su vida lo que enseña nuestro amado Salvador Jesucristo y q1ue leemos en Mateo 22: 37-40?

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Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia 


Cuatro pilares para fortalecer la vida familiar


Lección 4 | Familias afirmadas en Cristo


Cuando Cristo mora en nosotros, se produce un impacto altamente transformador. De la mano con este cambio y crecimiento, ejercemos una influencia positiva en la familia. Cambiamos y lideramos, con el ejemplo de una nueva forma de pensar y actuar, cambios entre los miembros de la familia.

El apóstol Pablo explica el cambio que se genera en nosotros:

“Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó. En esta renovación no hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, Escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y en todos. Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes. Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad. Mujeres, estén sujetas a sus maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amen a sus mujeres y no sean ásperos con ellas.  Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es agradable al Señor.  Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten.” (Colosenses 3:10-14; 18-21 | NBLA)

¿Por qué se generan esos cambios? El pasaje Escritural que acabamos de leer, lo deja muy claro:

  • Porque en Cristo somos ahora nuevas criaturas.
  • Experimentamos una renovación permanente.
  • La gracia de Dios nos alcanza a todos.
  • Somos escogidos por Dios para la salvación.
  • Se producen modificaciones en nuestra forma de pensar y de actuar.
  • La familia en su conjunto es impactada positivamente por la obra de Dios.

Todo esto es maravilloso porque va de la mano con el crecimiento en todas las áreas. Recuerde que, si se trata de la relación con el cónyuge y los hijos, somos responsables del carácter de manera individual y, también, de ayudar a satisfacer las necesidades de quienes integran el entorno familiar.

Si desconocemos estos pilares, caminaremos en el terreno de los conflictos porque actuamos de manera egoísta y desencadenamos heridas emocionales entre los seres que amamos.

Aquí es necesario resaltar que el egoísmo es destructivo por naturaleza. Cuando dejamos de lado ese comportamiento, el panorama al interior del hogar comienza a ser diferente.

Lo ideal es que antes de comprometernos a contraer matrimonio, hayamos resuelto los conflictos de nuestro mundo interior que generalmente arrastramos desde la niñez, es decir, dar nuevos pasos con ayuda de Dios para experimentar sanidad. De esta manera al interactuar con el cónyuge y con los hijos, no aflorarán las deficiencias de carácter que tanto dolor producen y que afectan las relaciones interpersonales.

QUIZÁ ESTAMOS EQUIVOCADOS

Disponernos a corregir errores en la familia al darle el primer lugar a Jesucristo, implica contemplar la posibilidad de evaluar si estamos equivocados. Lo más probable es que estemos fallando en el comportamiento, pero no somos conscientes. Es tiempo de cambiar, con ayuda de Dios.

Avanzar en este proceso es posible cuando tenemos en cuenta cuatro aspectos esenciales:

1.- Asumir nuestra responsabilidad. Con frecuencia esperamos mucho del cónyuge y de los hijos y de las personas con las que interactuamos diariamente. No obstante, no asumimos nuestra responsabilidad. Con ayuda del Señor debemos   promover la armonía y el entendimiento.

En el mejor de los casos no tenemos derecho a esperar lo mejor de los demás, si nosotros mismos somos egoístas y creemos equivocadamente que el mundo gira alrededor de nosotros.

Lo esencial es asumir el rol que Dios espera que desarrollemos en la familia. Puede que el cónyuge y los hijos fallen, pero usted y nosotros debemos seguir siendo el padre, madre, esposo, esposa, hijo o quizá hermano en consonancia con las pautas que Dios traza en las Escrituras.

2.- Reconocer y potenciar nuestro grado de influencia. Todos ejercemos influencia en mayor o en menor grado en la vida de los componentes de la familia. La pretensión equivocada es producir cambios inducidos en nuestro cónyuge o tal vez con los hijos. Al hacerlo, ponemos obstáculos a una función que le corresponde al Espíritu Santo.

Definitivamente jamás podremos hacer la tarea de nuestro Padre celestial:

“Por tanto, acéptense los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para la gloria de Dios.  Pues les digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por Su misericordia…” (Romanos 15. 7-9 | NNBLA)

No estamos llamados a cambiar a los demás, sino, a comenzar el proceso de transformación por nosotros mismos. Y, después, apoyar a nuestros seres amados   para que avancen en el crecimiento para lograr la imagen de Dios que hace posible el amor y la aceptación sin condiciones.

3.- No juzgar a los miembros de la familia. Cuando juzgamos a los componentes de la familia, antes que estimular los cambios y crecimiento con ayuda de Dios, los estamos arrinconando hacia la frustración y el desaliento.

En la Palabra de Dios leemos:

No juzguen para que no sean juzgados.” (Mateo 7: 1 | NBLA)

Disciplinamos a los integrantes del hogar a partir del amor, sin pretender dañar a ninguno.

Le animamos a tener en cuenta lo que enseña la carta a los Hebreos:

“Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad.  Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia.” (Hebreos 12: 10, 11 | NBLA)

Podemos cambiar nuestra conducta, pero no podemos cambiar instantáneamente nuestro carácter. Decidimos cambiar lo que hacemos, pero no podemos modificar de manera inmediata lo que somos. Todo esto obedece, insistimos, a un proceso.

En las Escrituras leemos:

«Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablen verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.  Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo, ni den oportunidad  al diablo.  El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad. No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan. Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención. Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia.  Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo.» (Efesios 4: 25-31 | NBLA)

El Espíritu Santo nos llama a edificarnos unos a otros, no a producirnos unos a otras heridas emocionales por un mal manejo de las emociones y de la comunicación.

4.- Llenar las necesidades de la familia. La transformación en la vida de las personas la produce Dios mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros.

Sin embargo, podemos prodigar amor, comprensión, tolerancia, aceptación y apoyo a quienes integran nuestra familia.

La esencia es que cambiemos. No en nuestras fuerzas, sino en el poder de Dios.

ASUMA COMPROMISOS

Cada uno de los miembros de la familia de acuerdo con el plan de Dios, tiene unos roles específicos que debe asumir.

  • No debemos eludir nuestros compromisos y responsabilidades con la familia.
  • Cuando dependemos de Dios, nuestra vida familiar se afirma y crece.

De la mano con estos dos fundamentos es imperativo e importante identificar prácticas, hábitos y antivalores dañinos en el hogar:

“No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».” (1 Corintios 15: 33 | NBLA)

Lo que no podemos desconocer es que al interior de la familia se presentarán dificultades que solamente podemos superar con ayuda del Señor:

“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;  y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza.  Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5: 3-5 | NBLA)

Por encima de las circunstancias adversas que estemos enfrentando, debemos mantener el compromiso con la familia, honrando nuestras obligaciones, principios y necesidad de permanecer fieles a nuestro cónyuge e hijos.

Cuando decidimos cambiar con ayuda de Dios, damos un paso sólido para que también, de la mano del Señor, se inicie el proceso de transformación del entorno familiar.

El paso a paso que se sigue comienza con nuestro compromiso. No podemos esperar ni imponer el deseo de que cambien los miembros de la familia.

Al experimentar una transformación con ayuda del Señor cabe acoger lo que escribió el apóstol Pablo a os creyentes de Colosas:

“Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes. Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad…” (Colosenses 3:12-14 | NBLA)

¿Es difícil lograrlo? Por supuesto que no. El autor y expositor bíblico, Neil T. Anderson, anota: “Si crecemos juntos en la gracia de Dios, podemos tener potencialmente perfecta armonía.”

Es necesario insistir en el hecho de que el amor es el que mantiene unida a la familia.

Por supuesto, es necesario considerar que un generador de discusiones, es la prevalencia de la amargura y los conflictos que no se resuelven a tiempo. Esos sentimientos dañinos que anidan en el corazón del género humano, abre puertas al gobierno de satanás (Mateo 18:21-35; 2 Corintios 2:10-11)

Jamás olvide que si Cristo gobierna en nuestra vida familiar, las relaciones se fortalecerán.


EJERCICIO PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS


Una de las estrategias más eficaces de retroalimentación de las enseñanzas, es revisar y desarrollar ejercicios como el que le proponemos a continuación. Permitirá que afiance sus conocimientos bíblicos y prácticos.

Con base en Colosenses 3:10-14; 18-21, de qué manera considera ha experimentado cambios en su vida con ayuda de Dios?

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¿Ha identificado errores en su comportamiento al interior de la familia, que pueden ser modificados con ayuda de Dios?

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¿Acepta usted a los seres que ama, en su familia, o por el contrario los critica? Antes de responder, le sugerimos leer Romanos 15. 7-9.

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¿Somos conscientes del enorme daño que causamos a los miembros de la familia cuando les juzgamos? (Lea Mateo 7: 1)

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De acuerdo con 1 Corintios 15: 33, ¿qué hábitos, prácticas y antivalores cree que debe corregir en su vida?

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Al leer Romanos 5: 3-5 nos preguntamos, ¿cuál es nuestra actitud frente a las adversidades que son inevitables en la cotidianidad?

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Fernando Alexis Jiménez | Academia Bíblica Fe y Gracia